La actual calle del Marqués viudo de Pontejos es el
resultado de la unión de la antigua calle del Vicario Viejo (entre las calles de Postas y Esparteros) y la plazuela de San Esteban (en origen fue un callejón
sin salida que empezaba en la calle de Esparteros frente a la actual del Marqués
viudo de Pontejos). El origen del nombre de la calle del Vicario Viejo (en el
plano de Texeira figura Abaor Viejo por error) se debió al Vicario de Madrid,
don Álvaro de Villegas que, a pesar de que fue nombrado gobernador del
arzobispado de Toledo, siguió en Madrid junto con otro vicario más joven. Por
eso, para diferenciarle, le llamaron vicario viejo. El nombre de San Esteban lo
tomaba del Recogimiento de mujeres de San Esteban situado en una de las casas
de esta plazuela.
A partir de 1835 la plazuela se llamó calle de San Esteban y
se prolongó hasta la plaza de Pontejos. A mediados del siglo XIX recibió el
nombre de Pontejos mientras que su prolongación hasta la calle de Postas seguía
llamándose Vicario Viejo. Ya a principios del siglo XX ambas calles, Pontejos y
Vicario Viejo se unificaron denominándose Pontejos. Entre 1941 y 1980 recibió
el nombre de Conde de Plasencia y a partir de este último año recibe el nombre
completo de Marqués Viudo de Pontejos en recuerdo de Joaquín Vizcaíno (1790-1840),
marqués viudo de Pontejos, corregidor de la Villa en 1835, a quien se le debe,
entre otras cosas, la fundación de la Caja de Ahorros y la reforma de la
numeración de las calles, consistente en poner los pares a la derecha y los
impares a la izquierda, partiendo siempre del punto más cercano a la Puerta del Sol.
La calle está dedicada a Joaquín Vizcaíno y Martínez Moles
(1790-1840), marqués consorte y viudo de Casa Pontejos, que fue un militar,
político y filántropo español, de ideas ilustradas y liberales, corregidor de
Madrid y fundador de la primera caja de ahorros de España.
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Dice Pedro de Répide:
En el año 1839 se abrió
esta calle, continuando la antigua plazuela de San Esteban, estaba en la
calle de Esparteros, y que rompiendo la manzana hasta la
calle del Correo, en su encuentro
con la plazuela de la Paz, que vulgarmente se llamaba de los Pájaros, y también
algún tiempo se conoció con el nombre de Nueva de Riego. La de San Esteban se llamaba
así por un recogimiento de mujeres que, con el nombre del protomártir, había en
una de sus casas.
La gran manzana de las
casas de Cordero, sobre el solar de San Felipe el Real, alcanza a la calle de Pontejos,
en cuya casa número 1, donde se halla el instituto de Reformas Sociales, murió,
el 11 de marzo de 1857, el poeta D. Manuel José Quintana. En la fachada hay una
lápida conmemorativa.
La calle de Pontejos
mediaba sólo entre la calle Esparteros y la plaza de aquel nombre; pero se le añadió
la antigua calle del Vicario Viejo, entre Esparteros y Postas, determinación totalmente
absurda, pues que ni se corresponden exactamente ni armonizan por su anchura y aspecto.
Esa calle, a la que dieron
celebridad un famoso almacén de mantas y la primitiva Posada del Peine, llamábase
así porque en ella vivió el doctor D. Álvaro Villegas, vicario que fue de Madrid,
en cuyo cargo cesó cuando pasó a desempeñar el de gobernador del arzobispado de
Toledo, durante la menor edad del cardenal infante D. Fernando, y como había ya
otro vicario en esta villa, al otro le denominaban el Viejo, y ese nombre quedó
a sus casas y la calle en que estaban.
Perteneciente a una familia hidalga oriunda de Vicálvaro
(Madrid), nació el 21 de agosto de 1790 en La Coruña, donde su padre estaba
destinado como fiscal togado de la Real Audiencia de Galicia. En 1816 probó la
nobleza de sus cuatro costados para ingresar en la Orden de Santiago.
Inició muy joven la carrera militar, combatió en la Guerra
de la Independencia y alcanzó el empleo de capitán de Dragones. Durante el
Trienio Liberal se alistó en la Milicia Nacional de Caballería, y hubo de
exiliarse en 1823, tras la restauración del absolutismo. Residió casi una
década en París, y también en el Reino Unido.
En 1817 se había casado con Mariana de Pontejos y Sandoval,
IV marquesa de Casa Pontejos, que era 18 años mayor que él y dos veces viuda.
Su mujer le acompañó al exilio y murió en 1834, al poco de regresar.
De 1834 a 1836 fue corregidor de Madrid. Al frente de este
ayuntamiento promovió importantes mejoras en el empedrado, saneamiento,
alumbrado y ordenación de la villa y corte. A él se debe el plantío de
numerosos árboles, la instalación de baños públicos, el levantamiento de un
nuevo plano de la villa, el cambio de nombre de bastantes calles, la iniciativa
de rotularlas todas, la nueva numeración de las casas, etc. Muchas de estas
reformas fueron inspiradas por su buen amigo Mesonero Romanos. Fue también Jefe
Político de la provincia.
En 1838 abandonó la actividad política, y comenzó a trabajar
en la creación de su obra más querida: la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Madrid,
consiguiendo importantes apoyos como el del capitalista Francisco del Acebal.
Esta institución benéfica fue erigida por Real Decreto del 31 de octubre de
1838, que encomendaba su dirección a una junta presidida por Vizcaíno. Abrió
sus oficinas al público el domingo 17 de febrero de 1839.
Intervino también en la fundación del Ateneo y del Asilo de
San Bernardino de Madrid. Y murió en la villa y corte el 30 de septiembre de
1840, a los cincuenta de edad. El marqués viudo de Pontejos fue muy querido del
pueblo de Madrid, que honra su memoria con varios monumentos y el nombre de
tres vías públicas.
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