lunes, 23 de enero de 2023

Ronda de Toledo

Ronda de Toledo

La Ronda de Toledo es una calle ubicada al sur de Madrid que comunica la Glorieta de Embajadores con la Glorieta de la Puerta de Toledo.


Se conoce como las rondas a la sucesión de cuatro vías que forman parte del primer anillo circunvalatorio de Madrid en el arco sur del casco antiguo.

Su trazado corresponde con el límite sur de la ciudad de Madrid previo a la expansión del ensanche en el s. XIX, coincidente aproximadamente con el trazado de la Cerca de Felipe IV. Sin embargo, a diferencia de lo que ocurre en otras ciudades donde la desaparición de las murallas supuso la aparición de nuevos espacios urbanos libres y el trazado de paseos de circunvalación, en Madrid, la falta de consolidación de los bordes de la ciudad, el poco desarrollo de las construcciones extramuros de la ciudad y la poca entidad arquitectónica de la cerca no generó un nuevo espacio urbano. Por el contrario, las Rondas han de ser entendidas como un remate a la irregular trama urbana de la ciudad preindustrial al sur de Madrid, empeorada por la complicada y escarpada topografía entre la ciudad y el río Manzanares. Del mismo modo se procedió al trazado de paseos de ronda en la zona norte de la ciudad, que conformarían posteriormente los llamados Bulevares.

También hay que entender el trazado de estas rondas como una continuación de las actuaciones que durante el s. XVIII nivelaron y vincularon la zona sur de la ciudad con las riberas del Manzanares y dieron a conformar en una configuración prácticamente igual a la existente a los actuales paseo de las Delicias, paseo de Santa María de la Cabeza, paseo de las Acacias, paseo de los Olmos, paseo de los Pontones, paseo Imperial y calle de Toledo en su tramo entre la Puerta de Toledo y el Puente de Toledo. Esta configuración de paseos condicionaría de manera decisiva el desarrollo del ensanche en esta área de la ciudad, adecuándose a la trama ya existente.

Así, las Rondas constituyen el elemento urbano que vincula la irregular trama del casco histórico y la trama urbana desarrollada entre el s. XVIII y el s. XIX al sur de la ciudad.

Este anillo sirve de límite entre los distritos Centro y Arganzuela.

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Según Pedro de Répide:

De la glorieta de laPuerta de Toledo a la ronda de Valencia, bs. de la Arganzuela, Amazonas, Huerta del Bayo y Gasómetro, ds. de la Latina y de la Inclusa, ps. de San Pedro el Real y del Corazón de María. 

A la izquierda comienzan las edificaciones de la ronda por la tapia del Matadero, que no ha de tardar en desaparecer. A esta parte está la puerta por donde se hacía el encierro de las reses destinadas al sacrificio. La entrada de las vacas destinadas a ese terrible, aunque alimenticio, fin se verificaba a las dos de la madrugada y constituía un espectáculo esperado y presenciado por una partida de mozos galloferos que se situaban desde media noche en los alrededores de la Puerta de Toledo, y a pesar del despejo que hacían algunas parejas de la Guardia civil de caballería conseguían lanzarse a torear aquellos animales, que en otros tiempos y en otras tierras fueron tenidos como sagrados. A veces, antes de llegar a la ronda de Toledo, solía desmandarse alguna res, que paseándose velozmente por Madrid proporcionaba a los trasnochadores las emociones y la ventaja de una corrida nocturna y gratuita. 

En el número 2 tiene su entrada la Fábrica del Gas, que ocupa una gran extensión de terreno, llegando por el paseo de los Olmos hasta el de las Acacias, y saliendo a la ronda por la calle del Gasómetro, que por pintoresca paradoja es la última que ha tenido alumbrado de petróleo. Bien es cierto que actualmente ha llegado a mayor perfección, pues desde hace unos años carece de toda clase de iluminación, al menos oficial, y permanece en las más discretas tinieblas, que agradecerán todos aquellos que las hallen propicias a sus intentos, y plegue a los dioses que esos no sean más que graciosamente livianos. 

El alumbrado por gas es el que se sigue usando para el servicio público urbano, aparte el escaso número de grandes vías que disfrutan los hermosos arcos voltaicos, por primera vez instalados, con el rudimentario soporte de unas vigas a manera de mayos o espárragos del Corpus, a lo largo de la calle de Alcalá, hasta la plaza de la Independencia, el año 1899. 

ΕΙ gas, cuyas propiedades fueron conocidas en la antigüedad, Plinio habla de ellas, empezó a ser estudiado en Inglaterra hacia el año 1700, con el designio de aplicar sus cualidades a la producción de la luz, por el doctor Clayton, quien le llamó "espíritu del carbón de piedra". Sin embargo, el verdadero inventor del alumbrado por gas fue el escocés Murdoch, quien alumbró su casa y sus oficinas en 1792 valiéndose del carbón de piedra. Todos sus aparatos se reducian en un principio a vejigas y tubos elásticos unidos a éstas, y el pueblo atribuyó a las artes de la magia aquel procedimiento para crear la luz. Casi al mismo tiempo, el ingeniero francés Le Bon alumbraba su casa y sus jardines con gas destilado de madera y carbón vegetal. 

En 1798, el inglés Murdoch alumbró la primera fábrica con hidrógeno carburado, y después de infinitas visicitudes y adelantos, la parroquia londinense de Santa Margarita contrató con una Compañía inglesa el alumbrado público de su distrito por medio del gas. Para celebrar la paz de 1814, el ingeniero Elegg dirigió la iluminación con gas de una pagoda construida por orden del Gobierno en el parque de Saint-James. 

En Francia y Alemania no tardó en ser adoptado el gas, y desde 1821 se propagó rápidamente ese sistema desde Paris a los departamentos. En España, el ensayo de este alumbrado se hizo en Cádiz y en Granada el año 1807; pero a pesar de las laudables esfuerzos que se hicieron nada se consiguió, hasta que la Real Junta de Comercio de Cataluña le adoptó para alumbrar las salas de sus escuelas de dibujo. 

El 24 de junio de 1826 se hizo la primera prueba, y el 18 de diciembre del año siguiente el rey visitó dichas salas, iluminadas entonces por setenta y dos mecheros. El 16 de noviembre de 1829 ese número había aumentado hasta el de setecientos, y estos trabajos fueron dirigidos por D. José Roura, profesor de Química aplicada a las artes, nombrado por la mencionada Real Junta de Comercio, y el cual fue llamado a la corte en 1832 para establecer el mismo alumbrado. 

El laboratorio fue situado en un jardín contiguo al café de la Victoria. Las retortas fueron tres, con otros tantos fuegos, y el gasómetro era de hoja de lata barnizada, capaz de contener mil setecientos cincuenta pies cúbicos. La cañería quedó colocada en todo el perímetro de la Puerta del Sol, y extendida por las calles de Alcalá, Carrerade San Jerónimo, Carretas, Mayor, Arenal, Carmen y Montera; pero a pesar de lo que agradó este alumbrado quedó circunscrito al real palacio, cuya fábrica se situó en el Campo del Moro. Todavía existen en algunos lugares céntricos de Madrid farolas de esa época, en las que puede verse la fecha de 1832 y el anagrama de Fernando VII. 

Poco después, el Ayuntamiento de Madrid contrató el alumbrado público por medio del gas con Viejo Medrano, y después de haber padecido esta contrata toda clase de visicitudes, fue comprada por los Sres. Manby y Partington, en 1846, quienes la cedieron bajo varias condiciones a la Sociedad anónima. La Madrileña. Esta Sociedad, formada exclusivamente para el alumbrado público y particular de Madrid por medio del gas, se constituyó definitivamente en el mes de marzo de 1846, con el capital de doce millones de reales, dividido en tres mil acciones de cuatro mil reales cada una. Según sus estatutos, Manby y Partington contrataron la construcción de una fábrica capaz de surtir cinco mil luces particulares y mil luces públicas, con una canalización de veinticinco mil varas, por la cantidad de ocho millones de reales. Casi al mismo tiempo se formaron las Sociedades Peninsular y Moralidad, ambas para alumbrar con gas las capitales de provincia, dedicándose también esta última a la fabricación, compra y exportación de los aceites nacionales. La Peninsular compró las fábricas de Valencia y de Cádiz, y no tardó en instalar otra en Málaga. En cuanto a la Moralidad, con terrible simbolismo en su inhibición, no llegó a constituirse. 

En Madrid, Manby y Partington siguieron cumpliendo su contrata, y a petición del Ayuntamiento llegaron a encender en julio de 1847 los faroles del Prado y calles del Prado del Lobo, por vía de prueba y únicamente para que se viese el efecto del nuevo alumbrado y se pudiese escoger los tipos de mecheros que debían colocarse en la población. Después fueran colocados algunos aparatos en casas particulares; pero los cocesionarios no pudieron terminar sus compromisos, y habiéndose despedido el director inglés de la fábrica, se encargó de la dirección de ésta don Melitón Martín, en 1848. En septiembre de ese año fue nombrado director exclusivo D. Gregorio López de Mollinedo, en cuya época el alumbrado por gas empezó a propagarse extraordinariamente. 

La Fábrica del Gas se halla desde 1847 en este lugar de la ronda de Toledo. En 1875 fue aumentada con un gasómetro nuevo de catorce metros de altura, construido por Imbert Hermanos en Sains Chamond. En 1918, siendo el alcalde de Madrid D. José Prado Palacio, el Ayuntamiento determinó incautarse de la Fábrica del Gas, por la desatención excesiva en que se hallaba el servicio público de alumbrado, por la falta de carbón que ocasionaba la guerra europea. Es de justicia reconocer que la situación, no sólo no fue aliviada, sino que empeoró considerablemente, y ha sido menester la devolución de la fábrica a la Compañía explotadora, habiendo permitido luego las circunstancias el retorno al buen servicio de alumbrado, que en Madrid había llegado a ser uno de los mejores. 

Abre a la ronda el Campillodel Mundo Nuevo, ya referido en su lugar correspondiente, y pasa luego aquella vía entre el Rastro y el bazar de la Américas. Mercado hay también en ella al aire libre de la más inverosímiles mercancías, y extiéndese hasta la glorieta de Embajadores la verja que fue de la Huerta de San Juan o Jardines del Buen Retiro, trasladada para cerrar lo poco que queda del jardín del Casino de la Reina, en cuyo terreno ha sido construida una biblioteca popular. 

Al otro lado está el grupo escolar que tiene su entrada por el paseo de las Acacias, el último paraje de la vieja Llorosa, postrer baluarte de las pintorescas barberías “cara al sol”.


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