sábado, 4 de febrero de 2023

Calle del Salitre

Calle del Salitre

La calle del Salitre, antigua calle de San Bernardo, nace en la calle de Santa Isabel y llega hasta la calle de Valencia, bs. del Doctor Fourquet, de Argumosa y de la Primavera, d. del Hospital y p. de San Lorenzo. 

También se ha llamado de San Bernardo; pero con la denominación actual era ya conocida en el siglo XVII. El origen de ella es por la fábrica de salitre establecida por la real Hacienda en el postigo de Valencia para proveer a las fábricas de pólvora. 

En el siglo XVII ya estaba urbanizada casi completamente esta calle excepto el último tramo bajando a la izquierda. En el Plano de Texeira en dicho tramo solo se aprecia una pequeña edificación en el solar donde luego se levantaría y hoy se encuentra la Parroquia de San Lorenzo. Los terrenos a continuación aún eran un erial situado junto a la Cerca.

Pedro Texeira no dibujó la iglesia porque su construcción debió comenzar unos años después de realizado el plano, finalizando las obras en 1669, en un principio como auxiliar de la parroquia de San Sebastián. Estaba situada en la esquina con la calle del Doctor Piga -antigua Travesía de San Lorenzo- frente a la calle de la FeVino a crecer tanto la parroquia de San Sebastián, que el rey Felipe III trató de dividirla en dos, erigiendo otra al mártir San Lorenzo; pero resistióse a ello el cura da San Sebastián, Juan Francisco Cabrera, que no quería ver su feligresía mermada, y aunque se siguió pleito, sólo se consiguió que en San Sebastián se le dedicara a aquel otro santo un altar colateral. 

Así quedó el asunto, hasta que el 21 de noviembre de 1662 la misma parroquia fundó este anexo para el servicio del barrio de Lavapiés, quedando construida la iglesia, que luego fue parroquia autónoma, sobre el terreno donde había estado la sinagoga hasta la expulsión de los judíos por los Reyes Católicos. Y el 8 de septiembre de 1670 colocosé el Santísimo Sacramento en el nuevo edificio, que es el que se conserva y recibe del vulgo el pintoresco nombre de la parroquia de las Chinches. Allí se han celebrado las bodas populares de más rumbo, y en ese templo, dando con ello un día de solemnidad y fiesta al barrio, se casaron los duques de Fernán Núñez, D. Manuel Falcó y doña Silvia Alvarez de Toledo, cuya residencia es en el cercano palacio de Cervellón. 

En el siglo XVIII la monarquía borbónica creó varias fábricas, muchas de ellas de productos de lujo para su propio abastecimiento (tapices, loza, cristales…), pero también algunas de otro tipo. Entre estas últimas estaba por ejemplo la fábrica de Pólvora, para la cual era necesario el salitre.
La Real Fábrica de Salitres de Madrid fue construida entre los años 1778 y 1785 según proyecto de José de la Ballina en los terrenos existentes al final de la calle de San Bernardo junto a la Puerta de Valencia. Le ayudó su hijo Manuel que alcanzó el cargo de Arquitecto de Rentas Reales desde el cual en 1784 se encargó de la construcción de la Fábrica de Filtraciones de Lejías, que eran necesarias para la fabricación del salitre, ubicada en el norte de la ciudad, cerca de la Puerta de los Pozos de la Nieve, hoy Glorieta de Bilbao.

Manuel de la Ballina también se hizo cargo del proyecto de la Real Fábrica de Aguardientes y Naipes de Madrid (1780-1796), luego Fábrica de Tabacos.

Las instalaciones de la Fábrica se extendieron por un amplio espacio, reflejado en los planos, desde el Barranco de Embajadores -hoy calle de Miguel Servet- hasta el Hospital General –hoy sede del Museo Reina Sofía- a ambos lados de la Cerca, actual Ronda de Atocha, llegando hasta el paseo de Santa María de la Cabeza. El Plano de Tomás López representa estas Fábricas de Salitre, que aún aparecen en el plano de 1835, dos grandes triángulos ocupados por albercas y depósitos de sal.

Recibe el nombre de calle del Salitre desde 1835, asignado por acuerdo municipal el día 11 de enero.

En 1929 la calle del Salitre cambió su nombre por el de calle de Baltasar Bachero, hasta 1967 en que recuperó, no se sabe muy bien porqué, su segunda denominación.

Baltasar Bachero era conductor de una calesa o carruaje de cuatro o seis plazas del que tiraba un caballo que se utilizaba para transportar viajeros, aún habitual en esos años, que se convirtió en un héroe –hoy casi desconocido- tras morir al salvar del atropello a unos niños que jugaban en la calle cuando al pasar una calesa a toda velocidad el caballo se desbocó. Un placa de azulejos tan modesta como la vivienda y el propio Baltasar, recuerda los años en que la calle recibió su nombre.

En 1869 el Estado vendió el conjunto de fábricas, como Bien Nacional, a varios particulares. La zona fue urbanizada, se abrieron calles como la de Doctor Fourquet y se crearon nuevas manzanas de viviendas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario