martes, 24 de enero de 2023

Calle de Silva

Calle de Silva

De la plaza de Santo Domingo a la calle de la Luna, bs. de la Estrella y de Tudescos, d. del Centro, p. de San Martín. 

Toma su nombre de los hermanos don García y don Juan Silva, caballeros de calidad, famosos por su piedad el uno, y el otro por haber sido uno de los más hábiles diplomáticos de su tiempo. 

Don García fue el que costeó la bellísima imagen del Cristo del Perdón, obra de Pereira, que estaba en el convento del Rosario, en la calle Ancha de San Bernardo, junto a la de la Flor. Tuvo gran amistad con el fundador de este monasterio D. Octavio Centurión, y le ayudó en esa fundación, por lo que fue sepultado en su iglesia y en la capilla de los patronos. Don García de Silva fundó también la enfermería de la Venerable Orden Tercera de Santo Domingo en la misma calle Ancha, frente al Rosario, con su confesor fray Luis de Aliaga, el famoso dominico, inquisidor general y confesor también de Felipe III, y cuando ese religioso cayó en desgracia y sufrió pena de destierro, D. García acudió en su ayuda favoreciéndole grandemente. 

Su hermano D. Juan escribió cartas muy notables hablando de los hombres de Estado de la corte de Felipe III y de otros sucesos, como la traslación de la corte desde Valladolid a Madrid. Hizo el elogio de la política de la reina de Inglaterra y un estudio de su señorío en el mar. Señaló los males del Erario español, cuyo estado no permitía continuar las empresas guerreras y obligaba a cierta subyugación de nuestro poder al del rey de Francia. Reveló los Tratados que había entre este monarca y el duque de Saboya, y al hablar del matrimonio que con tal motivo se hubo concertado, decía que no debía ser la novia muy del gusto del duque, porque éste se vistió el día de la boda "de paño morado y sin guarniciones". 

En el número 39 fue fundado el Hospital de Nuestra Señora de la Concepción y Buena Dicha, que tuvo su origen el año 1564, por el venerable padre fray Sebastián de Villoslada, primer abad del monasterio de San Martín, don Francisco de Contreras; D. Fernando Carrillo y otras personas, quienes le instituyeron para curar doce enfermos vergonzantes de esa parroquia, creando para su servicio una Hermandad de Misericordia de doce sacerdotes y sesenta y dos seglares, que cuidaban, no sólo la casa sino el cumplimiento de otras obras de piedad. Esta Hermandad tenía allí también su iglesia y cementerio, el cual daba a la calle de la Justa, hoy de Ceres, y en el que fueron enterradas algunas víctimas del 2 de Mayo, entre ellas Manuela Malasaña. 

Sobre el solar del antiguo edificio ha sido construido hace años otro templo, que está regido por los religiosos de la Merced. 

García de Silva y Figueroa (Zafra, 29 de diciembre de 1550 - Océano Atlántico, 22 de julio de 1624) fue un soldado, diplomático, erudito y explorador español, el primer occidental en identificar las ruinas de Persépolis (Taḵt-e Jamšid), la antigua capital del Imperio Aqueménida en Persia.

Hijo de Gómez de Silva y de su mujer María de Figueroa y aparentado con los condes de Zafra, García de Silva y Figueroa estudió Leyes en Salamanca, sirvió en los tercios de Flandes, y con posterioridad fue nombrado gobernador de Badajoz. Presto después sus servicios en la Secretaria de Estado, y Felipe III lo eligió para encabezar la embajada española a la corte de Abás el Grande, gobernante del Imperio Safávida (Persia). Salió de Lisboa el 8 de abril de 1614 a bordo de la Armada de la India, la Capitana, y tras un largo y azaroso viaje por mar llegó a la fastuosa Goa, capital de la India portuguesa. Tuvo serios problemas con los portugueses, que se defendían de presuntas "injerencias castellanas", e incluso pasó un tiempo detenido. Después de bordear las pedregosas costas de Omán y las rocas amenazantes del estrecho de Ormuz, desembarcó en Bandar Abbas (Persia) el 12 de octubre de 1617.

A Silva se le habían encomendado varias tareas diplomáticas de suma importancia: tratar de la expansión de Abás I en el Golfo Pérsico, observar de cerca su relación con los ingleses de cara a mantener el monopolio comercial portugués en el Índico y con la intención manifiesta de que "el persa persevere en la guerra contra el Turco para que (éste) no progrese en el Mediterráneo".

Llevaba consigo un impresionante séquito 100 criados y otros centenar de camelleros, cargados de equipajes y de regalos destinados al sah. Fue bien recibido en Isfahán, pero sin embargo no consiguió ninguno de sus objetivos, y acabó convirtiéndose en centro de burlas y risas de la corte persa debido a su severidad española y su falta de interés en los placeres, atribuidos a su avanzada edad.

Recorrió Figueroa casi toda Persia, parte de la Mesopotamia y del Asia Menor, visitando Shiraz y Qom, entre otras ciudades. Alcanzó las ruinas de Persépolis (que en su texto denomina "Chilminara", corrupción del persa Čehel Menāra), y describió su arruinada majestad en una vívida carta al marqués de Bedmar. Esta misiva causó una gran impresión en los círculos ilustrados de Europa, y fue rápidamente traducida al latín y al inglés. Si bien Antonio de Goueva (1602) y Giambattista y Girolamo Vecchietti (1606) ya habían reconocido los caracteres cuneiformes como un tipo de escritura, Figueroa es el primer occidental en describir los caracteres, anticipándose en ello a Pietro Della Valle:

Existe una impresionante inscripción tallada en jaspe negro. Sus caracteres son todavía claros y brillantes, increíblemente libres de daño y deterioro a pesar de su muy grande edad. Las letras mismas no son ni caldeo, ni hebreo, ni griego, ni árabe ni de ningún pueblo que pueda haberse conocido hasta ahora o que haya existido jamás. Son triangulares, en la forma de pirámides u obeliscos diminutos, como están ilustradas en el margen y son todas idénticas excepto por su posición y ordenación. Sin embargo, los caracteres resultantes de la composición son extraordinariamente diferentes.

Mandó hacer dibujos de las más notables esculturas y de algunas inscripciones. Durante sus viajes acumuló una extraordinaria colección de antigüedades y obras de arte de gran valor, que se llevó consigo al emprender el viaje de vuelta a España en 1619. No pudo salir de la India portuguesa hasta febrero de 1624, y la muerte le sorprendería en alta mar, sin que se sepa del paradero de su colección.

El viajero italiano Píetro della Valle, que se hallaba en Persia al tiempo de su llegada, dijo de su persona:

E vecchio assai; non solo con barba bianca, ma anco senza denti; e robusto con tutto ciò, e nella città entro à cavallo, quantunque per viaggio soglia andare in lettiga. Venne moltó ben vestito, con tutti i suoí, alia spagnuola.

Era hombre de autoridad y de vasto saber, acreditado por sus informes y observaciones en geografía, en historia natural, en arqueología y en la generalidad de los conocimientos humanos.

Escribió una crónica completa de sus viajes titulada Totius legationis suae et Indicarum rerum Persidisque commentarii, que constituye sin duda alguna la mejor descripción de la Persia de entonces. Informa con detalle de los sucesos en la corte de Shah ʿAbbās, describe cuidadosamente las ciudades que visitó, sitios menores, y hasta los caravanserai que halló a su paso, y proporciona además datos etnográficos sobre las comunidades no musulmanas de Irán, como los armenios de Jolfa. Informa en especial sobre los zoroastrianos, su lengua, su religión y particularmente sus prácticas funerarias; la práctica de la tauromaquia en las ciudades persas y el cultivo de palmeras datileras en el sur de Persia.

Fue traducida al francés por el holandés Abraham de Wicquefort en 1667, y el manuscrito original se conserva en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid. Pese a ello, España no pudo disfrutar de magna obra hasta que la Sociedad de Bibliófilos Españoles realizó una cuidada impresión en dos volúmenes en 1903. Existe asimismo una interesantísima tesis doctoral, por desgracia inédita, realizada por la profesora Najmeh Shobeyri de la Universidad Complutense de Madrid.

Escribió además un relato sobre Tamerlán basándose en autores persas como Ḵᵛāndamīr, describiendo en detalle la batalla de Ankara. El texto contiene numerosas referencias goeográficas que muestran el profundo entendimiento del autor.
Juan de Silva (fallecido el 19 de abril de 1616 en Malaca) fue un comandante militar español y gobernador de Filipinas, desde el 21 de abril de 1609 hasta su muerte.

De Silva nació en Trujillo (Cáceres), España y fue oficial de los tercios de Flandes y caballero de la Orden de Santiago. Llegó a las Filipinas como gobernador y capitán general en 1609, trayendo consigo cinco compañías de infantería, las cuales tenían como principal misión encargarse de la defensa del archipiélago. Desarrolló una reputación por su determinación y bravura en su lucha contra los holandeses en el Lejano Oriente.

El 22 de diciembre de 1607 una flota holandesa de la Compañía de las Indias Orientales navegó desde Texel, en las Islas Frisias con la intención de atacar la flota portuguesa y las fortalezas de Oriente. La flota estaba formada por 13 buques, 225 piezas de artillería y más de 2.800 hombres. Estaba bajo el mandato del Almirante Pierre Willemsz, con François de Wittert como vicealmirante. La flota luchó con los portugueses en Mozambique, Sumatra y Johor antes de construir una fortaleza en Nera, islas Banda (Indonesia actual). Aquí, el 22 de mayo de 1609 el almirante y algunos de sus oficiales fueron asesinados por un ataque de los nativos y Wittert asumió el mando.

Después de eso, Wittert navegó a Manila para atacar a los españoles allí. (España y Portugal estaban gobernados por el mismo monarca, Felipe III de España (Felipe II de Portugal), y eran aliados.) Wittert sitió Manila durante cinco meses, comenzando en 1609. Sin embargo, el 24 de abril o 25 de abril de 1610, mientras supervisaba la descarga de juncos, Wittert fue sorprendido por, al menos, 12 naves españolas. Su buque insignia, el Amsterdam, fue capturado después de una larga lucha, y el almirante fue asesinado. Al parecer, dos navíos escaparon, pero los españoles mataron al menos a 85 holandeses y tomaron 120 prisioneros o más.

También, durante la primera parte del gobierno de Silva, el cuarto arzobispo de Manila, Diego Vázquez de Mercado, llegó allí (el 4 de junio de 1610).

De Silva envió, sin éxito, una expedición contra los holandeses a Molucas en 1611, aunque la expedición tomó Sabougo en Gilolo y estableció una fortaleza allí. De Silva trató de asegurarse la ayuda de los portugueses para expulsar a los holandeses del área de una vez por todas. Para tal fin, en 1612 envió al ex gobernador de Ternate, Cristobal de Azcueta a la India portuguesa para hacer planes con el virrey para un asalto conjunto. Sin embargo, Azcueta y la expedición entera se perdieron en un naufragio entre Manila y Macao.

De Silva lo intentó de nuevo, esta vez enviando a dos emisarios jesuitas a Goa. Llegaron en 1615 y alcanzaron un acuerdo con el virrey portugués que contribuiría con cuatro grandes galeones, para enviarlos a Malaca. Esta información llegó a Manila, donde una gran flota española estaba preparada, en julio de 1615. Con el fin de obtener la artillería para esta expedición, De Silva debilitó las defensas de Manila, con riesgos graves en caso de un ataque contra la ciudad por parte de Holanda.

No había noticias de la llegada de los galeones portugueses, pero en contra de los consejos de muchos de sus subordinados, el Gobernador De Silva navegó a Malaca el 9 de febrero de 1616. Comandaba diez galeones, cuatro galeras y varios buques más pequeños. El buque insignia, San Marcos desplazaba 1.700 toneladas. La flota llevó a 5.000 hombres, tanto soldados como marineros, incluyendo a casi 2.000 españoles y una unidad de infantería japonesa. También llevó 300 piezas de artillería y 6 jesuitas. Fue la armada europea más grande que se había visto en la región.

La flota navegó hacia el Estrecho de Malaca, con la intención de unirse con la esperada armada portuguesa y así atacar a la factoría holandesa en Java y después a las bases holandesas en las islas de las Molucas. Pero la flota portuguesa ya había sido atacada por los holandeses cerca de Malaca y completamente destruida. Para evitar su captura, los portugueses quemaron sus galeones más grandes.

La flota española entró en el Estrecho de Singapur el 25 de febrero de 1616. Desde allí, el Gobernador De Silva envió a Juan Gutiérrez Paramo con una parte de la flota para reforzar Ternate (en las Molucas).

Pero el gobernador estaba enfermo. Pidió en varias ocasiones ser relevado por razones de enfermedad. Ahora, su salud se había deteriorado aún más, y el 19 de abril de 1616, murió en Malaca. La compañía española tuvo que ser abandonada, sin lograr nada contra Holanda.

La armada volvió a Manila el 1 de junio de 1616, sin gente. Aunque no encararon ningún combate, muchos hombres murieron por fiebres y otras enfermedades que contrajo la flota en Malaca y en el Estrecho de Singapur.

Los críticos del gobernador, sus contemporáneos y posteriores historiadores, coincidieron en que tuvo que navegar directamente a las Molucas en vez de ir a Malaca, habría podido desalojar a los holandeses del archipiélago.

La Audiencia de Manila tomo el cargo de los asuntos políticos en ausencia de Juan de Silva. Jerónimo de Silva, un tío del gobernador, fue hecho gobernador interino por decreto real en marzo de 1616. La Audiencia gobernó hasta junio o julio de 1618, cuando el nuevo gobernador Alonso Fajardo de Tenza llegó y tomó posesión del cargo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario