jueves, 19 de enero de 2017

Travesía de los Cabestreros


Travesía de los Cabestreros

La travesía de los Cabestreros transcurre entre la calle de los Cabestreros y la calle de Embajadores.

Esta pequeña calle en escuadra se llamó hasta bien entrado el siglo XIX de San Juan; ningún cronista se para a explicar el motivo de este nombre. Antonio Capmani asegura por su parte que en tiempos era llamada calle de San Justo, a causa de una pintura que hubo en una casa propiedad de la Congregación Sacramental de San Justo. 

Desde el siglo XVIII es conocida esta travesía, al igual que “su hermana mayor la calle de los Cabestreros, porque aquí residían y tenían sus talleres varios miembros de este gremio.


El oficio de cabestrero consistía en hilar el cáñamo para obtener fuertes cordeles con los que fabricar los cabestros o ramales para las caballerías. Los cabestreros que ocuparon esta calle fundaron una capilla con la advocación de San Antonio Abad su patrón en la iglesia de San Cayetano. Fueron famosas las fiestas y romerías que los cordeleros celebraban en honor de San Antonio.


La fiesta de San Antón se celebraba aquí también con la romería que se llamaba de los gitanos, que con mulas enjaezadas iban a dar las vueltas y a recibir la cebada bendita en un altar portátil que se colocaba a la puerta de la iglesia. Hacíase feria, con una procesión en la que se representaban las tentaciones que acosaban al santo anacoreta en el desierto. Llevaban la imagen de San Antón por la calle de Embajadores hasta donde estaba el ganado de cerda, es decir, el Rastro, y después de volver la efigie a su capilla entre función de pólvora, continuábase el holgorio entre bailes y libaciones.


Los cabestreros se fueron yendo poco a poco de esta calle para trasladarse sobre todo a la de Toledo, pero dejaron su nombre a la vía. Dos capillitas llegaron a haber en ella, una dedicada a la Virgen del Rosario que era cuidada por la hermandad del mismo nombre de la iglesia de Santa Cruz, y otra de la Virgen de la Soledad, igual a la que se venera en San Ginés.


Entre la majeza quedó proverbial aquello de decir: "es muy macho porque ha bebido el agua de Cabestreros". Claro que eso de ser muy macho, dicho por única vanagloria, lo que parece es indicar que el individuo en cuestión sirve exclusivamente para tirar de un carro, y así suele ser, ser realidad.


En cuanto a la fuente de Cabestreros, son fuentes, porque se trata de dos. Una en la plazoleta de la calle del Mesón de Paredes, y otra en la calle de Embajadores, al lado de la travesía de Cabestreros, donde se ensancha la vía, al llegar al colegio de la Paz.


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