sábado, 28 de enero de 2023

Carrera de San Jerónimo

Carrera de San Jerónimo

La Carrera de San Jerónimo discurre entre la Puerta del Sol y la Plaza de las Cortes. Antes se llamaba Camino del Sol.

La calle tiene dos tramos diferenciados, el primero sale de la parte oriental de la Puerta del Sol, casi paralelo a la calle de Alcalá hasta llegar a la Plaza de Canalejas, y desde ahí enfila hacia San Jerónimo el Real muriendo la calle en la Plaza de las Cortes.

A comienzos del siglo XVI se comenzó a edificar esta calle. Siendo la principal edificación la que corresponde al convento de Mínimos de la Victoria que llegaba desde la Puerta del Sol hasta la calle de la Victoria. Inicialmente había en la calle un hospital de italianos (Hospital de San Pedro de los Italianos) fundado en 1538 y era un lugar de refugio para los inmigrantes italianos. El Monasterio de la Concepción ocupado por las monjas bernardas y que se denominaba de Pinto. Ambos edificios fueron derribados durante la desamortización de Mendizábal. Su derribo abrió el área de la calle y su tránsito hacia la Puerta del Sol se vio facilitada. Se hizo popular la fonda: La Fontana de Oro lugar de reunión y tertulia política que reflejó Benito Pérez Galdós en su novela La Fontana de Oro. En la calle de la Victoria se hizo famoso uno de los mejores hoteles de finales del siglo XIX, el Hotel Embajadores. Más al fondo de la calle se encontraba el Hotel Rusia.


En el segundo tramo de la calle existían diversas casas y palacetes nobiliarias, la del Marqués de Santiago, en la que estuvo por algún tiempo el Casino de Madrid; la casa del Duque de Tamames; la del Marqués de Valdegena, en cuya esquina se encontraba la botillería de Canosa. Existió en el número veinticuatro la Cervecería Inglesa que era un café frecuentado por los senadores y en la actualidad tras el derribo del edificio es el Teatro de la Reina Victoria. Justo enfrente se encontraba el Café de la Iberia. En el número 35 se encuentra el Palacio del marqués de Miraflores.


En el espacio que hoy ocupa el Palacio de las Cortes se situaba antaño el convento del Espíritu Santo, de la Orden de Clérigos Menores, el cual sufrió un grave incendio en 1823. Con la llegada en 1834 del régimen liberal, el gobierno moderado de Francisco Martínez de la Rosa decidió que sus reuniones se celebrasen provisionalmente en la iglesia del convento. Al asumir el Partido Progresista el poder, se tomó la decisión de construir un nuevo edificio en sustitución del edificio religioso enfrente de la Plaza de las Cortes.

El proyecto fue elaborado y ejecutado por el arquitecto Narciso Pascual Colomer, iniciándose el 10 de octubre de 1843 y siendo inaugurado el 31 de octubre de 1850 por la reina Isabel II. Durante los siete años que duraron las obras los diputados se vieron obligados a reunirse en el Salón de baile del Teatro Real de Madrid.

En los años 1980 sufrió su primera ampliación de sus dependencias, construyéndose en la manzana adyacente, en la que antaño se ubicó Hospital de Italianos entre 1598 y 1885, un edificio que comunica con el original mediante un puente sobre la calle de Floridablanca. Dicha ampliación fue inaugurada por los reyes de España, Juan Carlos I y Sofía el 28 de mayo de 1980.

Más tarde, en 1994, sufrió una nueva reforma y ampliación; asimismo el 1 de junio de 2006 se concluyó la última ampliación, sobre las antiguas sedes de dos bancos, el Banco Exterior de España y el Banco de Crédito Industrial.

En 2009, durante unas obras de saneamiento y rehabilitación del sótano del Congreso de los Diputados, se encontraron restos humanos muy antiguos. Una de las posibilidades sobre su origen es que procedan de un antiguo cementerio del convento sobre el que está construido el edificio.

El Palacio ha sido escenario varios de los acontecimientos políticos más destacados de España durante los siglos XIX y XX, particularmente desde la instauración de la democracia en el año 1978. Entre ellos, la proclamación como rey de Juan Carlos I, la apertura solemne de las legislaturas, y los velatorios de los ex-presidentes Leopoldo Calvo-Sotelo y Adolfo Suárez; así como el intento de golpe de Estado el 23 de febrero de 1981. La más reciente es la proclamación de Felipe VI como rey el 19 de junio de 2014.

La fecha de la primera proyección cinematográfica en España es un debate abierto entre diversos autores, algunos mencionan que se realizó en Madrid el 11 de mayo de 1896 en el Circo de Parish. Una placa inaugural localizada en la calle a la altura del número 34 da inicialmente la fecha el 15 de mayo de 1896, siendo posteriormente sustituida y rectificada por la fecha del 14 de mayo de 1896. La primera proyección abierta al público ocurrió en esta calle en el Cinematógrafo de los Lumière en Madrid para la prensa e invitados especiales se dio un pase el día 13 de mayo.

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Dice de esta vía Redro de Répide:

Desde la Puerta del Sol hasta la plaza de las Cortes va esta vía, hoy de las principales de Madrid, y que en sus primeros tiempos era sólo el acceso al Prado. En el siglo XVI comenzaron las edificaciones en esta calle, siendo la principal de ellas el famoso convento de mínimos de San Francisco de Paula, llamado de la Victoria que llegaba hasta la calle de este nombre desde la Puerta del Sol, habiéndose abierto en terreno suyo la entrada de la calle de Espoz y Mina

Fundó aquella casa de religión fray Juan de la Victoria, que tuvo algunas dificultades con la villa; pero las allanó con la decidida protección de Felipe II y de doña Isabel de Valois, que era gran devota de la Orden. La primera misa se celebró el 7 de agosto de 1561, asistiendo a ella el príncipe D. Carlos. Aneja a la Victoria estaba la capilla de la Soledad, efigie tallada por Gaspar Becerra, según mandato de Isabel de Valois. Hizo dos imágenes, que no agradaron a la reina, y cuando ya desesperaba de acertar, cogió un leño que empezaba a arder en la chimenea de su estudio, y en él labró la imagen tan bella que aún existe. A ella acudía en sus necesidades la villa de Madrid, poniéndola en rogativa en el monasterio de la Encarnación, y todos los años salía y sigue saliendo en la procesión del Viernes Santo. La capilla aneja a la Victoria se acabó de construir en 1660, y desapareció cuando el convento. La imagen de la Soledad, que es de la más venerada en Madrid, trasladóse a San Isidro el Real, donde tiene una capilla en la parte dedicada a parroquia del Buen Consejo. 

En el convento de la Victoria ocurrió aquel extraño suceso del religioso que, habiendo sido admitido poco tiempo hacía en la Comunidad, apareció una mañana asesinado en la iglesia. En el siglo había sido Falces el capeador, estudiante y militar, hombre arriesgado y galante, a quien, como a D. Álvaro, persiguió la fatalidad de su destino hasta su refugio religioso. En ese convento estaba a fines del reinado de Fernando VII el padre Fernando Carrillo, que ejercía la censura de dramas y novelas, y llegó a prohibir la representación de una obra teatral porque en ella había unos versos que decían: 

"Aborrezco y detesto la victoria 

manchada con la sangre de un hermano"; 

 y él no podía admitir que se aborreciese de ninguna manera la victoria, porque lo tomaba como alusión a su casa conventual. 

Las otras mansiones de piedad y de religión que había en la Carrera de San Jerónimo eran el hospital de los italianos y el monasterio de las monjas de Pinto. El Hospital de San Pedro de los Italianos se hallaba en la casa con vuelta a las calles de Cedaceros y del Sordo, y se fundó para los pobres que de Italia venían, el año 1538, con la protección de Camilo Gaetano, natural de Roma, patriarca de Alejandría y Nuncio a la sazón en España. El monasterio de la Concepción, de monjas bernardas, que se llamaban de Pinto, fue fundado con licencia de Paulo III el 20 de septiembre de 1529, en el pueblo de Pinto, por los licenciados Blas Martínez del Peral y Pedro Alonso Ramos, sacerdotes de vida ejemplar, trayendo las primeras monjas del convento de Yepes. Transladáronse a la corte el 9 de septiembre de 1588, ocupando este convento frontero al Hospital de Italianos y con vuelta a la calle del Baño. Al desaparecer este monasterio, la Comunidad pasó, como la de las Vallecas, a unirse con las monjas del Sacramento, que pertenecen igualmente a la Orden de San Bernardo. 

Al ser derribado el convento de la Victoria, la Carrera de San Jerónimo adquirió una animación mayor, con abrírsele una nueva comunicación por la calle de Espoz y Mina. La casa que ocupa esta esquina se halla renovada y elevada de pisos desde hace años. Antes era una casa baja. Allí estaba la librería de fe, especie de parnasillo de su tiempo, donde hacían tertulia los poetas. La joyería de Ansorena, allí inmediata, era, como las de Marzo y Marabini, cifra de lujo de la corte. Y a esa casa, donde habitaba, fue llevado Antonio Sánchez (el Tato) después de la grave cogida que sufrió el 7 de junio de 1869, en la corrida de Beneficencia, que, además, solemnizaba el triunfo de las ideas liberales con la reciente revolución. Enarenáronse la Carrera de San Jerónimo y la calle de Espoz y Mina, y se tuvo como desgracia nacional aquélla, que tuvo por resultado la amputación de una pierna del torero. 

En la esquina de la calle de la Victoria, donde el edificio que ha servido de Hotel de Embajadores, llamado luego Metropole, y está actualmente ocupado por el Círculo de la Unión Mercantil, alzóse antes la casa del príncipe de las Torres. Allí estaba la fonda y café de «La Fontana de Oro», club político, parlamento popular en los días fernandinos, donde tronaba apocalíptica la voz de Alcalá Galiano entre las de los más exaltados oradores. En el mismo lugar estuvo después el Hotel de Monier y su famoso gabinete de lectura. 

En el año 1846, los gastrónomos madrileños, que hasta entonces cuando quisieron alternar la cocina castiza con la francesa no recordaban más que la fonda de Genieys, en la calle de la Reina, recibieron la buena nueva de la instalación de la de Lhardy en la Carrera de San Jerónimo. El restaurante hízose pronto famoso. Salamanca comía en él tan frecuentemente como en su casa, y la reina, todavía soltera (se casó en octubre de aquel año), fue una noche de incógnito a cenar en uno de sus gabinetes. 

Otro restaurante quiso hacer competencia al de Lhardy. El de Prósper, en el número 23 de la misma calle. No consiguió perdurar, como el anterior, y se distinguía por ser donde se celebraban casi invariablemente los almuerzos de reconciliación después de los desafíos incruentos que con gran frecuencia se celebraban en el Pinar de la Castellana o detrás de las tapias del Retiro. Como lugar tradicional para las novedades gastronómicas, cerca de donde estuvo antaño Prósper, abrióse un restaurante vegetariano, sistema de alimentación que bastó para el sostenimiento de un establecimiento público. 

La casa de Crédito Lyonés, que tiene su entrada principal por la calle de Alcalá, ocupa el solar de aquélla en que se hallaba el pasaje y café del Iris, luego llamado de Madrid. El pasaje se inauguró el 23 de septiembre de 1847, y el café, de los más hermosos de la corte, era reunión de literatos y de políticos en los días de la Revolución de septiembre. En la esquina de la calle de Sevilla vivía el sastre de los elegantes de 1840, Utrilla, hombre aristocrático en su oficio y democrático en sus ideas, exaltado progresista y presto siempre a coadyuvar a todo movimiento revolucionario. 

La Carrera de San Jerónimo, moderna en la mayor parte de sus casas, se halla actualmente cortada por la nueva plaza de Canalejas, que ha sustituido a las antiguas Cuatro Calles, con un lugar más espacioso y de modernísimos y opulentos edificios. Entre ellos se destaca la llamada casa de Allende, magnífico ornato de la ciudad.

En el segundo trozo de la Carrera de san Jerónimo abundaban las casas nobiliarias. La del marqués de Santiago, en la que estuvo algún tiempo el Casino de Madrid. La del duque de Tamames. La de la marquesa de Valdegena, esquina a la calle del Lobo, en cuya planta baja estaba la botillería de Canosa. En el mismo lugar existió, hasta la demolición de la casa, la Cervecería Inglesa, especie de café senatorial, refugio de graves varones. Demolida la casa, se ha alzado sobre su solar el elegante teatro de la Reina Victoria, inaugurado el 11 de junio de 1916. Es obra del arquitecto D. José Espelíus, y en él, bajo la hábil dirección de José Juan Cadenas, se cultiva el género alegre y vistoso de la opereta, con un arte y una fastuosidad que no tiene superior en los coliseos análogos del extranjero. 

En la acera de enfrente existió hasta hace poco el café de la Iberia, cuyo nombre recordaba el del célebre periódico de Calvo Asensio, en el que trabajaron casi todos los hombres de la Revolución. Y el número 34 es la amplia casa en que se halla el Hotel de Rusia, donde el 31 de enero de 1895 aconteció el episodio de la bofetada del general Fuentes al embajador marroquí Sidi-Brisha. En esta casa murió el 12 de marzo de 1914 la insigne actriz madrileña María Álvarez Tubau. 

En el número 35 se halla el palacio de Miraflores, que antes fue de los condes de Villapadierna. Recientemente se le ha levantado un piso sobre los dos que primitivamente tenía, y con ello ha perdido bastante la armonía de su traza. Conserva, sin embargo, la natural severidad su fachada, con su portada barroca de granito, y el gran zaguán con su enorme farol como lucernario. En el piso bajo de esta casa vivía un hombre ilustre, a quien la villa debe tantas mejoras en todos los órdenes: el marqués viudo de Pontejos, D. Joaquín Vizcaíno, quien murió allí el 30 de septiembre de 1840. En ese palacio habitaba el marqués de Miraflores, que fue presidente del Consejo de ministros en los revueltos días del reinado de Isabel II. 

Al final de la calle y contiguo al convento del Espíritu Santo se hallaba el palacio ducal de Híjar, sobre cuyo solar se abrió la calle de Floridablanca y se levantó la casa número 53 de la Carrera de San Jerónimo. En ésta falleció el 5 de enero de 1903 D. Práxedes Mateo Sagasta, hombre muy representativo de la política de su tiempo y cuya varia actuación en los negocios públicos tendrá la sanción que merece en la historia severa y justa que se escriba de esa época, no muy feliz, de los anales españoles. 

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