lunes, 23 de enero de 2023

Calle del Toro

Calle del Toro

La calle del Toro está situada en lo más antiguo del viejo Madrid entre la calle del Alamillo y la costanilla de San Andrés.

El origen del nombre de la calle no está en los encierros que en siglos pasados se celebraban en el barrio, si no que cuentan, que uno de los vecinos de la calle colgaba en su ventana unas astas de toro con el fin de atemorizar a los transeúntes, imitando además el bramido del animal.

La calle tiene otra de las leyendas populares. En Madrid gobernaba el moro Aliatar, enamorado de la bella Zaida, y para conquistarla organizó unos juegos y festejos en la plaza del Alamillo, colindante con la calle del Toro.

Comenzó la fiesta de alancear un toro, resultó el astado bravísimo, y cada moro que intentaba clavar su lanza al animal, terminaba volteado y por los suelos.

Apareció un caballero cristiano que quiso probar suerte y Aliatar se lo permitió pensando que correría la misma suerte que los demás. Pero el caballero alanceó al toro con gran precisión y acabó con la vida del animal.

El caballero se desprende del casco y enseña su rostro: era El Cid Campeador.

Tras su victoria, el caballero abandonó la ciudad pero ya había inflamado el pecho de  la bella Zaida que, enamorada del cristiano, mandó disecar la cabeza del toro en recuerdo y colocarla en la fachada de su casa (en la actual calle del Toro).

Cuentan que cada vez que Zaida suspiraba de amor, el toro mugía...


Calle del Toro

Según Pedro de Répide:

De la costanilla de San Andrés a la plaza del Alamillo, b. de Alfonso VI, d. de la Latina, p. de San Andrés. 

Esta calle, angosta y pintoresca, cuya entrada está formada por unas escalerillas, toma su denominación porque en una de sus casas hubo durante mucho tiempo las astas de un toro, famoso por su bravura, que había sido lidiado en unas fiestas reales. 

Dice otra tradición que esas astas producían un ruido semejante a un bramido todos los días a la hora en que fue muerto el toro, y que atrajo mucha gente, dando nombre a la calle ese fenómeno, que era producido por un chico que desde dentro de la casa tocaba un cuerno, pues por lo visto el domicilio paterno tenía provisión abundante de ellos. 


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