La calle del Rollo empieza en la calle de Madrid, próxima a
la plaza de la Villa, y acaba en la calle de Segovia a lo altura de la calle del Conde,
frente al Palacio del Príncipe de Anglona, b. del Ayuntamiento, d. de la Latina, p. de Santa María la Real de la Almudena.
Esta calle del Rollo tiene varias historias con referencia a
su nombre. Toma tal nombre por haber existido allí un gran hito o
"rollo" como límite jurisdiccional de la ciudad en piedra
labrada con una inscripción que hacía referencia a Madrid primero Villa y luego
Corte.
Anteriormente, esta calle era denominada de los Arcos, pues a su entrada
se encontraban unos arcos que fueron derribados por su amenaza de ruina. Según
voces populares, el nombre de la calle se debe a su forma tortuosa y retorcida,
por otro lado dicen que el nombre de la calle también está relacionada con el
hallazgo macabro en la zona de un niño muerto envuelto en un rollo de estera.
En algunos mapas de la ciudad, como el de Texeira, la
primera parte de esta calle se denomina "de la Parra" por encontrarse
en ella una de grandes dimensiones. En relación a la parra existe una leyenda
que nos refiere como don Juan López de Hoyos, catedrático del Estudio de la
Villa que más tarde veremos, tenía interés por conocer al discípulo que con
frecuencia saltaba las tapias y robaba las uvas de la parra. Se supone, según
la misma leyenda, que el ladrón de las uvas era don Miguel de Cervantes
Saavedra, cuentan que le despidió de la clase por el asalto a las tapias y el robo
de las uvas; pero un regidor que le daba dos reales para los estudios,
intercedió por él y López de Hoyos, que apreciaba el gran ingenio del muchacho,
no tuvo dificultad en recibirlo de nuevo en las clases.
Se cuenta también que en la esquina de esta calle estaba la
conocida Casa de los Gatos, habitada por dos hermanas solteronas y pobres que
tenían muchísimos felinos. La leyenda sobre ella termina de una forma cruenta
con el descubrimiento de los vecinos del asesinato de las hermanas, que
murieron por las heridas producidas por las garras de los gatos.
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