viernes, 27 de febrero de 2015

Calle de Carlos Arniches

Calle de Carlos Arniches

La calle de Carlos Arniches está entre la plaza del General Vara de Rey y el Campillo del Mundo Nuevo.

Esta es la antigua calle del Peñón. La tradición que explica su nombre tiene mucha relación con la del Campillo en que finaliza, aunque en este caso está algo más puesta en razón. Aquí había un peñón muy grande que en tiempos remotos fue derribado o bien se cayó solo, y de esta manera se pudo ensanchar la villa por esta zona.

Y muy apropiado es dedicar, en plenos barrios bajos y en el corazón del Madrid más castizo, esta calle a uno de los dramaturgos que, sin ser hijo de la villa, tan bien supo reflejar su alma. Aunque nacido en Alicante vivió en el número 31 de esta calle.

Inició su carrera literaria escribiendo libretos para zarzuelas y para el género chico. Con El Santo de la Isidra empezó a dedicarse a retratar al chulo y la chulapa de los barrios bajos de nuestra villa, en sainetes con chispeantes e ingeniosos diálogos que hacen las delicias de todo amante de lo madrileño. También compuso comedias largas entre las que destacan La señorita de Trevélez -para muchos su mejor obra, en la que anticipa los Esperpentos de Valle-Inclán- y Es mi hombre. Este genial comediógrafo murió en su villa de adopción en 1943.
Carlos Arniches Barreda (Alicante, 11 de octubre de 1866 - Madrid, 16 de abril de 1943) fue comediógrafo español, padre del arquitecto Carlos Arniches Moltó y suegro del escritor José Bergamín.

Fecundo autor de sainetes y comedias, al que se recuerda sobre todo como pintor de los ambientes populares de Madrid, cuyo chulesco y castizo lenguaje supo recrear de forma inimitable, inspirándose en el género chico o zarzuela y en el teatro por horas del siglo XIX. Desde entonces, los peculiares personajes madrileños de su teatro son interpretados siempre hablando de una forma característica muy redicha y con la sílaba recortada, pese a que la intención del autor era caricaturizar ese madrileñismo de baja estofa que sin embargo tan bien supo destilar. Recogió algunos sus sainetes en Del Madrid castizo y creó un género cómico nuevo que denominó tragedia grotesca', donde expresaba sus inquietudes sociales y regeneracionistas; en palabras del mismo autor, aspiraba "a estimular las condiciones generosas del pueblo y hacerles odiosos los malos instintos, nada más". Destacan especialmente Es mi hombre (1921), sátira del machismo y La señorita de Trevélez (1916), donde se critica a la juventud burguesa, ociosa y desocupada, que con sus crueles bromas no toma en consideración los sentimientos de los demás.

Entre otras obras del autor cabe mencionar Casa editorial (1888, su primera obra), La leyenda del monje, Los aparecidos (1892), El cabo primero (1895), El santo de la Isidra (1898), Doloretes (1901), El puñao de rosas (1902), El pobre Valbuena (1904), Las estrellas (1904), Alma de Dios (1908), Mi papá (1910), La primera conquista (1910), Genio y figura (1910), El amo de la calle (1910), Gente menuda (1911), El príncipe casto 1912, La casa de Quirós (1915), Serafín, el pinturero (1916), La venganza de la Petra (1917), Que viene mi marido (1918), Los caciques (1920), No te ofendas, Beatriz (1920), La chica del gato (1921), Don Quintín, el amargao (1924), El último mono (1926), El señor Adrián, el primo (1927), El solar de Mediacapa (1928), Para ti es el mundo (1929), El señor Badanas (1930), La diosa ríe (1931), Yo quiero (1936), El Padre Pitillo (1937), El tío Miserias (1940) y su última obra Don Verdades (1944).

Arniches dominaba la técnica teatral y los recursos cómicos de la acción y sus comedias son ágiles y entretenidas; sabía bien cómo mezclar la tragedia y lo jocoso y cómo sacar partido de cualquier situación dramática, no sólo por su vis cómica y por su magistral uso del lenguaje, aunque se le reprocha que triture la gramática y el vocabulario y su abuso de los ambientes vulgares. Colaboró también como libretista de zarzuelas para los maestros Ruperto Chapí, Federico Chueca y José Serrano (El trust de los tenorios, en 1910 y El amigo Melquiades, 1914). Además se vio afortunadamente en otros géneros como el género ínfimo o la opereta y por su fama tan dilatada obtuvo una calle en Madrid que fue quitada en la guerra civil por su ideología.

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