domingo, 15 de enero de 2017

Calle de Alvarez Gato


Calle de Alvarez Gato

La peatonal calle de Álvarez Gato, más conocida como callejón del Gato, comunica la de Núñez de Arce con la calle de la Cruz. Es un paso muy frecuentado para ir desde la Puerta del Sol hasta la plaza de Santa Ana y el Barrio de las Letras.

Hasta mediados del siglo XX se llamaba calle del Gato, aunque la tradición asegura que en esta vía tenia sus casas don Juan Álvarez Gato, si bien Jerónimo de la Quintana escribe que estaban juntas con la misma torre de San Salvador, sede primero del Concejo de la villa.

El linaje de los Gato, madrileñísimo, data de la conquista de la ciudad y tuvo principio en uno de los primeros asaltantes del lugar cercado, tan animoso y valientes que, sin tener la resistencia que hacían los moros desde encima de las murallas, subió con tanta ligereza por una de ellas, hincando su daga en las junturas de las piedras, que los del real, maravillados, empezaron a decir que "parecía gato". Él y sus sucesores, desde entonces, trocaron su apellido por el de Gato, "cuya nobleza - escribe el citado cronista- fue tan estimada en aquellos tiempos, que no se tenía por castiza la que no tenía sangre de aquel linaje". Tal es el origen de que a los madrileños se les llame "gatos".

Don Juan Álvarez Gato fue un varón insigne de la corte poética de Juan II, aunque también sirvió a su hijo Enrique IV, y ejercitó de mayordomo de Isabel la Católica. Poeta notable, en letras humanas y divinas, se hallan algunas de sus obras en el "Cancionero General". Además, escribió un cancionero propio que se conservaba inédito en un códice de la Biblioteca Nacional, publicado en 1901 por don Emilio Cotarelo. Casó don Juan Álvarez Gato con doña Aldonza de Luzón, enlazándose así dos de los más ilustres linajes madrileños.

Fue armado caballero por don Juan II que le ciñó su propia espada y la dejó vinculada en su mayorazgo. Tanto le estimaba el monarca que, yendo Su Alteza a cazar a El Pardo, echóle de menos, y sabedor de que se había retirado a su hacienda de Aravaca por sentirse indispuesto, mandó el rey atravesar el camino diciendo: "Vamos a verle, que es mi amigo y le debemos visitar". Murió al término del siglo XV, y su enterramiento tuvo lugar en la capilla de Nuestra Señora de la Antigua, en la iglesia de San Salvador, fundación de sus antepasados. Mandó poner encima de su sepultura una de sus canciones que así comienza:
                  Procuremos buenos fines,
              que las vidas mas loadas
              por los cabos son juzgadas.

Esta calle figura en el plano de Texeira (1656) aunque sin nombre, pero ya en el plano de Espinosa (1769) aparece con su nombre.

Fue a la puerta de uno de sus establecimientos de esta calle, que como atracción tenía un espejo cóncavo y otro convexo, y por tanto deformaban la figura de quien en ellos se miraba, donde el dramaturgo y novelista Ramón María del Valle-Inclán ideó sus famosos esperpentos.

Así, en su obra Luces de Bohemia (1924), el personaje Max Estrella le dice a su amigo don Latino: “Los héroes clásicos han ido a pasearse en el callejón del Gato. Los héroes clásicos reflejados en los espejos cóncavos dan el esperpento. Las imágenes más bellas en un espejo cóncavo, son absurdas”. El nombre de este callejón aparece varias veces más en la obra.


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