lunes, 16 de enero de 2017

Calle del Arenal



Calle del Arenal

Conserva esta calle tradicionalmente su nombre del erial arenoso que en su ligar se hallaba, y que se profundizaba al llegar al barranco de la Zarza, donde luego se formó la calle de este nombre, ya junto a la Puerta del Sol. Terraplenada la calle con tierra de los desmontes de los lugares donde se hicieron la calle de Jacometrezo y otras cercanas, todavía por la parte de los Caños, donde ahora es la plaza de Isabel II, quedó un desnivel tan enorme que venía a estar a la altura de la parte honda de la calle de la Escalinata.


El arenal era un barrio donde vivían los cristianos en tiempo de la dominación árabe.  En él había un santuario donde es fama que San Isidro, cuando trabajaba en la quinta de doña Nufla y en la Bordador, iba a venerar a Nuestra Señora de la Cabeza, y donde lo que más probablemente se adoraba era el famoso Cristo que luego había de tener una de las principales capillas del templo de San Ginés, San Ginés de Arlés, según la verdadera advocación de esta parroquia, una de las más antiguas de Madrid, y antes, según otros, de un problemático San Ginés, martirizado en Madrid en tiempo de Juliano el Apóstata.


Esta iglesia fue desde luego mozárabe lo mismo que la cercana de San Martín. Reedificada por los monarcas de Castilla, tenía en su fachada las armas reales, y un capellán de don Pedro I pidió limosna para reparar el templo del robo que habían hecho en él los moros y judíos, habiendo concedido el papa Inocencio VI de Aviñón, el año de 1358, indulgencias y otras mercedes espirituales a quienes ayudasen a esa obra de piedad. Fue ejemplar el castigo que don Pedro infligió a los autores del delito, mandándoles precipitar por el abismo de la Zarza, del cual salió entonces el famoso lagarto de San Ginés.

Fue en el año 1483 cuando el caballero madrileño Gómez Guillén compró y dotó la capilla mayor. Este Guillén era el caballero de San Ginés, que fundó el hospitalillo así llamado en la parte donde estuvieron las casas chicas de Villamediana, o sea, la espalda del palacio de Oñate. En 1642 esta capilla se arruinó de repente y fue necesario derribar la iglesia , pasando el Sacramento al piso bajo de la casa del duque de Maqueda. Levantó el nuevo edificio Diego de Juan, gastando setenta mil ducados, apresurando de tal modo la nueva fábrica que pudo ponerse en ella el Sacramento el 25 de julio de 1645, abriéndose la nueva iglesia, de tres naves, bella, capaz y fuerte, conservándose alguna de las antiguas capillas, a las que no hubo necesidad de que llegara la nueva obra.


El día 16 de agosto de 1824 padeció este templo un incendio, en el que pereció el cuadro de Rizi que había en el altar mayor. Conserváronse, sin embargo, otras bellezas, como el retablo y el presbiterio, de mármoles, con el crucifijo de Alfonso Vargas y los ángeles de bronce, atribuidos a Pompeyo Leoni. Y el "Jesucristo en las peñas", de Alonso Cano, en el altar al lado de la Epístola. Al lado del Evangelio está la célebre Virgen de Valvanera, a la que hacen solemnes fiestas los riojanos, y es obra de Alonso de los Ríos.


El santuario del Santísimo Cristo tiene su capilla, labrada el año 1656, colocándose el domingo 28 de mayo la imagen en su nuevo altar, de lo que escribió una relación don Isidro de Angulo y Velasco, caballero de Santiago, del Consejo de Italia y secretario de la reina doña Mariana de Austria, madre de Carlos II. Debajo de esta capilla esta la famosa bodega, cuyo servicio ha sido siempre independiente del de la parroquia. Tiene tres pasos con primorosos pasos de la Pasión de Cristo hechos en Nápoles, y entregadas a la Congregación del Cristo de San Ginés el año 1699 por el marqués de Mejorada y de la Breña, don Pedro Fernández del Campo y Angulo, que después fue secretario del Despacho universal del Estado de Felipe V. Esta bóveda de San Ginés, donde se hacían ejercicios de meditación, ha quedado en los anales de la vida madrileña con la memoria de sus disciplinantes, entre los que se mezclaban gentes mixtificadoras de la devoción, llegando a ser escandalosamente conocidas sus escenas de tinieblas, flagelación y desnudez.


La parroquia de San Ginés, de la cual han nacido otras dos, la de San Luis y la de San José, ha visto su templo otra vez reformado en 1872, abriéndose el 2 de febrero , fiesta de la Purificación. En los proyectos de reforma de Madrid, cuando la revolución de septiembre, pensóse en derribar este templo, dejando el espacio de su solar para una plaza, con jardincillos. Vale, sin embargo, mas que se haya conservado este monumento, que, a más de su importancia tradicional, es de verdadera elegancia, siendo muy hábil la obra de su último arquitecto, don José María Aguilar. El atrio y la lonja (antiguo cementerio) que dan a la calle del Arenal son una nota muy bella, que quiebra felizmente la monotonía de la vía moderna.

Una particularidad ofrece la torre de San Ginés. La de que su chapitel es un completo pararrayos, en los que la cruz hace hoy veces de aguja, y de conductor las aristas. Este fenómeno fue observado la primera vez por un monje de San Martín a principio del siglo XIX. En 1836 observó este fenómeno el sabio marqués del Socorro, quien escribió una Memoria acerca de ello, y en 1847, el cura de la parroquia publicó varios documentos acerca de este caso.



A partir del siglo XVI alzaron en la calle del Arenal sus casas algunas familias de próceres linajes. A su final, lindando con la de Barrionuevo, en la Costanilla de los Ángeles, estaba la de Legarta, el gran amigo del conde-duque, que tuvo también su casa en donde hoy se encuentra la del número 30. La casa de los duques de Nájera daba vuelta a la plazuela de Celenque, que por la vivienda del opulento don Juan de Córdoba y Celenque, se denominó así. El palacio de los duques de Arcos, luego de Maqueda, donde hizo luego el suyo el marqués de casa Gaviria, y la casa del conde de Fuentes, esquina a la Puerta del Sol, al lado de donde estaba la mancebía de Sobras.


En la calle del Arenal, hacia la de Bordadores, fue donde en la noche del 18 de julio de 1872 se atentó contra la vida del rey don Amadeo de Saboya. Relacionado acaso con el anterior asesinato de Prim fue este suceso, en el que se pretendió hacer víctima a un buen príncipe, caballeroso y liberal.


Acababa de pasar en su coche, precediendo al de los reyes, el gobernador civil, que era el célebre médico don Pedro Mata, cuando sonaron los disparos de trabuco dirigidos contra el carruaje de los reyes. El general Burgos, que los acompañaba, irguiose para defender con su cuerpo el de la bondadosa reina doña María Victoria. Repitiéronse los disparos, pero pasó el peligro y los reyes, continuaron ilesos su marcha a Palacio, a donde se dirigían de regreso de los Jardines del Buen Retiro. Trabóse una contienda entre los agresores y policías, quedando muerto uno de ellos y huyendo por la calle de San Martín los otros.

La moderna calle del Arenal, toda de excelentes edificios, en los que abundaban los hoteles (uno de los más conocidos es el Hotel de las Cuatro Naciones (Arenal 19), Hotel Suecia) y las casas viajeros, conserva en la actualidad un solo palacio señorial, el de la duquesa de Castro Enriquez, hoy del conde de Revilla. En la casa señalada con el número 20 murió, el 25 de marzo de 1909, el gran músico Ruperto Chapí.


Y para que no resulte incompleta esta referencia histórica matritense, debe constar también que en el numero 26 de la calle del Arenal , el 7 de marzo de 1898, el famoso matador de toros Salvador Sánchez (Frascuelo). Tipo representativo de una época, la de la Restauración, acabó sus días cuando grandes amarguras angustiaban o debían haber angustiado a los españoles. Como recuerdo de su fabuloso entierro solo recordar el detalle de que Mr. Woodford, el embajador de los Estados Unidos, llegó con su esposa al cementerio de San Isidro, cuando se verificaba la ceremonia, contempló un momento el espectáculo de aquella muchedumbre dolorida, y subiendo de nuevo precipitadamente al carruaje que le había conducido, regresó a Madrid.


En 2006-2007 la calle fue reformada, eliminando la circulación de vehículos por ella.


Hace años había una pastelería que inspiró al padre Luis Coloma para realizar un cuento que tranquilizara a Alfonso XIII en su infancia por la caída de un diente de leche. Coloma escribió un cuento de un ratón llamado Ratoncito Pérez y en la actualidad se encuentra ubicado el "museo del Ratoncito Pérez".


Desde 1971 la cadena Ferpal ofrece sus productos de charcutería. Desde el pasadizo de San Ginés puede accederse a la chocolatería San Ginés. En esa esquina se encuentra la discoteca Joy Eslava, antiguo Teatro Eslava. Algunos de los palacios de la Corte se erigieron en esta calle.

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