domingo, 11 de octubre de 2015

Calle Angosta de los Mancebos

Calle Angosta de los Mancebos

La calle Angosta de los Mancebos, dentro del barrio de La Latina, va desde la calle de Bailen a la calle de los Mancebos

Hay quien cuenta que el nombre de la calle se debe a que a este lugar daban los aposentos de los pajes del marqués de Villafranca, hoy sede de la Real Academia de Ingeniería.

sábado, 10 de octubre de 2015

Calle de los Mancebos

Calle de los Mancebos


La calle de los Mancebos, dentro del barrio de La Latina, va desde la Costanilla de San Andrés hasta la calle de la Morería

Hay quien cuenta que el nombre de la calle se debe a que a este lugar daban los aposentos de los pajes del marqués de Villafranca, hoy sede de la Real Academia de Ingeniería.

lunes, 4 de mayo de 2015

Calle del Duque de Fernán Núñez



Calle del Duque de Fernán Núñez

La calle del Duque de Fernán Núñez está entre las calles de Atocha y Santa Isabel.

Primero se llamó calle del Tinte por una tintorería propiedad del corregidor Carlos Gutiérrez de la Peña, situada en esta calle.

Por acuerdo municipal del 29 de noviembre de 1901 el nombre actual en memoria del duque de Fernán Núñez, D. Manuel Falcó d'Adda.

El Ducado de Fernán Núñez es un título nobiliario español concedido por el rey Fernando VII, el 23 de agosto de 1817 a Carlos Gutiérrez de los Ríos y Sarmiento de Sotomayor, marqués de Castel-Moncayo, marqués de la Alameda y hasta entonces VII conde de Fernán Núñez.

sábado, 2 de mayo de 2015

Calle de la Escuadra


Calle de la Escuadra




La calle de la Escuadra está entre las calles de la Torrecilla del Leal y Primavera. En el plano de Texeira aparece la calle sin denominación, en el de Chalmandrier con el nombre de Santa Inés y en el de Espinosa ya figura con la denominación actual de calle de la Escuadra.

Hay una tradición que dice que en este lugar pusieron ciertos extranjeros, en tiempos de Felipe II, un cosmorama que representaba la escuadra Invencible y su catástrofe. Afirmándose que no solo todo el vecindario de la villa acudió a ver tan maravillosa representación de los buques luchando con los vientos, sino que el propio monarca y los príncipes fueron a contemplar aquel prodigio escenográfico.

Sin embargo, dada la forma angular que tiene esta calle, lo más verosímil es que la denominación de la Escuadra obedezca a lo quebrado de su traza.

Otra leyenda cuenta que el nombre lo tomaba de dos capitanes de la Armada Invencible que vivían en esta calle.

Calle de la Espada

Calle de la Espada

La calle de la Espada tiene su origen en la plaza de Tirso de Molina y termina en la calle de la Esgrima.

En la casa conocida como la Casa del Inquisidor, un maestro de esgrima levantó su escuela y, a modo de reclamo publicitario, colgó una espada de una cadena junto a la puerta. No sólo eso, sino que afirmaba que la espada perteneció a un noble francés, que la llevó en varias batallas y casi le otorgaba poderes prodigiosos.

Calle de la Escalerilla de Piedra

Calle de la Escalerilla de Piedra


El Arco de Cuchilleros es obra de Juan de Villanueva y fue construido en 1790 ubicado en la calle de la Escalerilla de Piedra una de las calles más cortas de Madrid. La Escalerilla de Piedra nos da una idea del desnivel existente entre la Plaza Mayor y la cava de San Miguel a las que une, cuyas casas hacen de contrafuerte para la Plaza Mayor, siendo una de las pocas calles que es en sí toda una escalera. El nombre del arco lo toma a la calle de Cuchilleros, donde estuvo establecido este gremio.

Este era el paso para la casa del marqués de Tolosa, por donde empezó uno de los grandes incendios de la plaza Mayor, a las once de la noche del 16 de agosto de 1790. 

Calle de la Montera

Calle de la Montera

La calle de la Montera discurre entre la Puerta del Sol y la Gran Vía.

Era ya la villa de Madrid residencia de los monarcas de Castilla, siendo muchas veces corte de hecho, aun cuando no lo fuera de derecho, y la población acababa por aquel lado en los arrabales de San Ginés y de San Martin. De allá a fuera seguían hacia oriente los olivares de los Caños de Alcalá, por donde pasaba el camino de Aragón y hacia el norte el camino que pronto se bifurcaba en el que seguía hacia Fuencarral y los puertos serranos, y el que, torciendo a la derecha, iba pasando primero por el arroyo de Valnegral o bajo el Abroñigal y luego por el Abroñigal alto, en dirección al cercano  pueblo de Hortaleza.

Aun todavía, al acabar la Edad Media, eran estos terrenos de suelo bravío, propicio a la caza y al pastoraje. Decíase que la configuración de tales tierras representaban exactamente, vista desde Madrid, los picos de una montera, y aquí aparece la primera leyenda etimológica de la que después había de ser calle.

martes, 28 de abril de 2015

Calle de la Fe

Calle de la Fe

La calle de la Fe se encuentra entre la plaza de Lavapiés y la calle del Salitre.

Esta era la calle de la Judería. El barrio de Lavapiés, que tiene un abolengo hebraico, tuvo su origen en esta calle habitada por los judíos, y que era la que conducía a la sinagoga, emplazada en el mismo lugar donde se encuentra la iglesia de San Lorenzo.

Al ser expulsados de España los de la ley de Mosén, como entonces se decía, y verse precisados a abandonar los judíos madrileños sus hogares por la desacertada providencia de los Reyes Católicos, mudose a esta calle el nombre, dándosela el de la Fe, para recordar aquella determinación de los piadosísimos monarcas.

lunes, 27 de abril de 2015

Calle de Embajadores

Calle de Embajadores


La Calle de Embajadores (antiguamente denominada Paseo de Embajadores) nace en la plaza de Cascorro y finaliza en las cercanías de la plaza de Legazpi; durante el siglo XIX terminaba en el Portillo de Embajadores, prolongándose, a comienzos del siglo XX y debido al ensanche, hasta el barrio de la China.

El tramo más antiguo y tradicional de la calle es el comprendido entre la plaza de Cascorro y la glorieta de Embajadores.

Esta calle tan típica de los barrios de la majeza madrileña terminaba antes en el portillo de su nombre, llamándose paseo de Embajadores la vía que a su continuación se prolongaba en dirección al paraje denominado la China. Pero todo ha venido a quedar comprendido en aquella designación: la angosta calle primitiva, el paseo, ya más anchuroso, que llegaba hasta la glorieta de Santa María de la Cabeza, y el trozo restante con escampados por un lado y poblado por otro de merenderos, lugar llamado “la Manigua”.

jueves, 23 de abril de 2015

Calle de Felipe III

Calle de Felipe III

Pequeña calle de unos 30 metros que sale de la Plaza Mayor, de uno de sus numerosos arcos, y conduce a la calle Mayor.

Esta es la antigua calle de los Boteros, así llamada porque aquel gremio se estableció en esa vecindad de la Plaza Mayor. Los boteros que hacían los magníficos zaques que habían de guardar en sus entrañas el mosto argandeño y los vinos de Méntrida y de San Martín, tenían por patrón de su hermandad al Cristo de la Resurrección, que se veneraba en la parroquia de San Ginés, y el día de Pascua salían con pendón y tamboril, llevando una especie de muñeco que figuraba a Judas, y después de pasearle por las calles desde el amanecer, con grande bulla y algazara, iba a la iglesia, de donde sacaban en procesión la efigie de Cristo, al que desde los balcones caía una lluvia de aleluyas.

Iban a esta calle, y delante de sus tiendas armaban un cadalso, en el que las viejas ahorcaban a Judas, y después de ahorcado le quemaban en una hoguera. Después volvía la procesión a la iglesia, en la que había gran función. Y por la tarde se corrian en la plaza dos o tres novillos.

El gremio de boteros fue luego estableciendo sus tiendas en diferentes puntos, particularmente en la calle de Toledo, y a la que llevaba aquel nombre se le puso el de Felipe III, por haber sido el monarca que mandó construir la Plaza Mayor. El arco de los Boteros fue teatro de muy hazañosos episodios en la jornada del 7 de julio de 1822.   

Por iniciativa de Mesonero Romanos y coincidiendo con la el traslado de la estatua de Carlos III al centro de la plaza Mayor, en 1851 la antigua calle de los Boteros fue cambiada por calle de Felipe III.  
Felipe III de España, llamado «el Piadoso» (Madrid, 14 de abril de 1578-ibídem, 31 de marzo de 1621), fue rey de España y de Portugal  desde el 13 de septiembre de 1598 hasta su muerte.

Era hijo y sucesor de Felipe II y de Ana de Austria (1549-1580). En 1598 contrajo matrimonio en Valencia con la archiduquesa Margarita de Austria-Estiria, hija del archiduque Carlos II de Estiria y de María Ana de Baviera, nieta del emperador Fernando I. Bajo su reinado España alcanzó su máxima expansión territorial.

Aficionado al teatro, a la pintura y, sobre todo, a la caza, delegó los asuntos de gobierno en manos de su valido, el duque de Lerma, el cual, a su vez, delegó en su valido personal Rodrigo Calderón. Sin embargo, el Duque de Lerma fue en 1618 sustituido por el duque de Uceda, al que limitó las funciones. Felipe III murió en Madrid, el 31 de marzo de 1621, a causa de fiebres y erisipela.

Se le considera el primero de los Austrias Menores, dada la "grandeza" de Felipe II y Carlos I, sin embargo durante su reinado España incorporó algunos territorios en el norte de África y en Italia y alcanzó niveles de esplendor cultural. La Pax Hispánica se debió a la enorme expansión del Imperio y a los años de paz que se dieron en Europa de comienzos del siglo XVII, que permitieron que España ejerciera su hegemonía sin guerras.

Calle de la Flora

Calle de la Flora


En el siglo XVIII se denominaba plaza del Clavel al espacio que hay a la entrada de esta calle entre la calle de los Trujillos y el final de la calle de las Hileras, que respectivamente se llamaban entonces calle del Clavel y calle de la Bodega de San Martín.

La calle de la Flora debe su nombre, según una tradición muy verosímil, a una estatua que había en una de las casas, y según otras, a haber tenido en ella un palacio doña Flora de Nieremberg, y donde nació en 1595, su sobrino el venerable Juan Eusebio de Nieremberg, madrileño ilustre, hijo de don Godofredo de Nieremberg y de doña Regina Otín, camarera de la emperatriz doña María. El que había de ser religioso tan austero y escritor tan ilustre entre nuestros ascéticos, se educó en esa misma casa con su tía doña Flora, quien había sido testigo del prodigio del Cristo de los Milagros que se veneraba en la capilla del monasterio de San Martín. La que había de ser madre del venerable rogaba a la imagen impetrando el nacimiento de un hijo, y el Cristo entonces habló para prometerla que daría al mundo un santo y sabio varón.

martes, 21 de abril de 2015

Calle de Abada

Calle de Abada

Dice Pedro de Répide:

La calle de Abada es una calle estrecha y tortuosa que arrancando en la plaza del Carmen iba a dar a la calle de Jacometrezo, se ha visto cercenada en su parte final por el trazado del segundo trozo de la Gran Vía que ha borrado del plano de Madrid casi todas las calles del centro de la corte y en cuya abigarrada, pintoresca y confusa población se mezclaban las casas de huéspedes modestos para estudiantes, empleados de poco sueldo y forasteros de escasos recursos con las mancebías descaradas.

viernes, 10 de abril de 2015

Calle Mayor

Calle Mayor

La calle Mayor es una vía principal de las que desemboca en la Puerta del Sol y la que fue oficial Casa de la Villa (casa del Ayuntamiento de Madrid). No toda la extensión actual fue denominada calle Mayor. La historia de la calle va unida a la historia de Madrid, no hay recepción real que no pasara por esta calle a través de la Puerta del Sol.

La calle Mayor, que en la actualidad se extiende desde la Puerta del Sol hasta la Cuesta de la Vega, constaba de cuatro tramos diferenciados en los siglos XVI y XVII, cada uno con una denominación distinta.

lunes, 30 de marzo de 2015

Plaza Mayor

Plaza Mayor

La plaza Mayor es, sin duda, el espacio público más carismático, histórico y visitado de Madrid. Está situada en lo que actualmente es el Centro y a pocos metros de la Puerta del Sol

Es una plaza porticada de planta rectangular, de 129 metros de largo por 94 metros de ancho, que está completamente cerrada por edificios de viviendas de tres plantas, con 377 balcones, dispone de diez puertas de acceso a las calles que la circundan. Tiene 114 arcos incluidos los de acceso, 76 buhardillas y 4 torres.

En el centro del lado norte de la plaza se levanta la Casa de la Panadería y enfrente de ella, en el lado sur, la Casa de la Carnicería. En los soportales, sostenidos por pilares de granito, se alojan numerosos comercios de hostelería, por ser un importante punto turístico de Madrid, así como tiendas de coleccionismo, filatelia y numismática.

Los orígenes de la plaza se remontan al siglo XVI, cuando en la confluencia de los caminos (hoy en día calles) de Toledo y de Atocha, a las afueras de la villa medieval, se celebraba en este sitio, conocido como «plaza del Arrabal», el mercado principal de la villa, construyéndose en esta época una primera casa porticada, o lonja, para regular el comercio en la plaza.

Dispone de diez accesos, seis de ellos a través de grandes arcos que se abren a las siguientes calles: del 7 de Julio y de Felipe III al norte; de la Sal y de Gerona al este; de Toledo al sur; y de Ciudad Rodrigo al oeste. Existe un séptimo arco, situado a la izquierda de la fachada de la Casa de la Carnicería, que no coincide con salida alguna de la plaza. Y un octavo arco a la izquierda de la fachada occidental, de menores dimensiones, que tampoco coincide con salida alguna. Tres accesos no coinciden con arco alguno: calle del Arco de Triunfo al norte; de Zaragoza al este; y de Botoneras al sur. El décimo acceso, tal vez el más conocido, es el Arco de Cuchilleros (calle de la Escalerilla de Piedra), en la esquina suroeste, pero este arco no es visible desde la plaza. 

En 1580, tras haber trasladado la corte a Madrid en 1561, Felipe II encargó el proyecto de remodelación de la plaza a Juan de Herrera, comenzándose el derribo de las «casas de manzanas» de la antigua plaza ese mismo año. La construcción del primer edificio de la nueva plaza, la Casa de la Panadería, comenzaría en 1590 a cargo de Diego Sillero, en el solar de la antigua lonja. En 1617, Felipe III, encargó la finalización de las obras a Juan Gómez de Mora, quién concluirá la plaza en 1619.

domingo, 8 de marzo de 2015

Calle del Marqués de Valdeiglesias

Calle del Marqués de Valdeiglesias

La calle del Marqués de Valdeiglesias se encuentra entre la Gran Vía y la calle de las Infantas.

Primero se llamó calle de las Torres por las dos altas torres con escudos y trofeos que había en la casa de Juan García de Figueroa, embajador en Persia en 1618.

Desde 1902 recibe el nombre de Marqués de Valdeiglesias, en recuerdo de Ignacio José Escobar y López Hermoso (1822-1887), primer marqués de Valdeiglesias y director del periódico La Época así como diputado, Consejero de Estado y Vicepresidente del Congreso.
El Marquesado de Valdeiglesias es un título nobiliario español creado el 28 de junio de 1879 por el rey Alfonso XII durante la Restauración borbónica en España a favor de Ignacio José Escobar y López-Hermoso, Viejo y Martínez, Diputado a Cortes, Consejero de Estado de España.

Calle del Clavel

Calle del Clavel

La calle del Clavel se encuentra entre la calle del Caballero de Gracia y la calle de las Infantas.

Cuenta la leyenda que cierta tarde en que el rey Felipe III y su mujer, la reina Margarita de Austria, daban un paseo por la zona, quisieron entrar a ver el convento de la Concepción Francisca, fundado por el Caballero de Gracia y situado en esta calle.

Lo encontraron tan pequeño que a los pocos días volvieron junto con el duque de Lerma, el recién nombrado arzobispo de Santo Domingo, el alcalde de la villa y el propio Caballero de Gracia para tratar de obtener las dos casas contiguas que, curiosamente pertenecían al alcalde y al arzobispo, y poder así agrandar el convento.

Entonces el Caballero de Gracia se ofreció a regalar otra casa y el duque de Lerma, para no ser menos dijo que él daría un amplio y nuevo lugar para las monjas. Como no se ponían de acuerdo, la reina se agachó y cogió cuatro claveles de una mata que había en la huerta y entregó una flor a cada hombre, comprometiéndoles de esta manera a que cada uno contribuyera a la ampliación del convento.

Según otros autores, fue la madre abadesa la que entregó los claveles en lugar de la reina, pero la leyenda es la misma.

Calle de las Infantas

Calle de las Infantas

La calle de las Infantas transcurre entre la calle de Fuencarral y la Plaza del Rey.

El nombre de la calle aparece ya en el Plano de Texeira (1656) y supuestamente proviene de un tablado que se puso en el lugar para que, en el siglo XVII, las infantas María y Margarita (la de Las Meninas), vieran pasar una procesión encabezada por su padre, Felipe IV.

Durante la Revolución de 1868 se llamó calle de la Marina Española, y en la Guerra Civil calle de Rosalía de Castro.

El primer tramo, entre las calles de Fuencarral y de Hortaleza, tuvo antes de pertenecer a Infantas su propio nombre, calle del Piojo, y el tramo comprendido entre la calle Marqués de Valdeiglesias y la Plaza del Rey se llamó calle de las Siete Chimeneas.

Calle de Hortaleza

Calle de Hortaleza

La calle de Hortaleza se encuentra entre la Gran Vía y la plaza de Santa Bárbara.

El nombre se debe a que este era el antiguo camino que conducía al pueblo, hoy distrito, de Hortaleza que fue anexionado a Madrid en 1950.

Este municipio debía su nombre a las hortalizas que llevaba a vender a Madrid, aunque en un documento de 1361 figura como Fortaleza. 

Calle de Muñoz Torrero

Calle de Muñoz Torrero

La calle de Muñoz Torrero se encuentra entre la calle de Valverde y la calle del Barco.

Esta calle se abrió en 1864 en el solar del convento de San Basilio y está dedicada al sacerdote y político Diego Muñoz Torrero (1761-1829) que fue diputado en las Cortes de Cádiz se le considera el principal artífice del fin de la Inquisición española y uno de los máximos defensores de la libertad de expresión escrita.

Perseguido por Fernando VII por haber firmado la Constitución de 1812, murió en Portugal en 1829 a consecuencia de los malos tratos sufridos en las prisiones donde fue recluido.
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Dice Pedro de Répide de esta calle:

MUÑOZ TORRERO: De la calle de Valverde a la del Barco, b. de Muñoz Torrero, d. del Centro, p. de San Martín. 

Esta calle, que tiene la particularidad de carecer de tránsito rodado, fue abierta en 1864, al construir la Sociedad La Peninsular un grupo de casas sobre el solar del antiguo convento de los Basilios. 

D. Diego Muñoz Torrero nació el año 1761 en Cabeza del Buey, y murió en 1829 en la torre de San Julián de la Barra, en Lisboa. Fue canónigo, catedrático y rector de la Universidad de Salamanca. Fue su voz una de las más elocuentes de las Cortes de Cádiz, donde abogó por la libertad de imprenta y clamó contra la Inquisición. Perseguido por la Restauración fernandina, hubo de ser propuesto en 1820 para el obispado de Guadix por los constitucionales triunfantes; pero no obtuvo el asentamiento de 
Roma. Al vencer de nuevo los absolutistas, vióse precisado a huir de España, y refugiado en Portugal no halló el seguro asilo que buscaba, pues fue víctima de la identidad de circunstancias históricas en que se encontraban ambos países, y sufrió de los miguelistas la prisión y el martirio. 

Sus restos fueron trasladados en 1864 a Madrid, recibiendo sepultura en el panteón de la Libertad, así llamado con más exactitud de la que parece, y que desde su emplazamiento en el cementerio de San Nicolás, ha pasado a un ángulo del patio de Atocha. 
Diego Muñoz-Torrero y Ramírez Moyano (Cabeza del Buey, Badajoz, España, 21 de enero de 1761 - Oeiras e São Julião da Barra, Portugal, 16 de marzo de 1829) fue un sacerdote, catedrático y político español que tuvo un destacado papel en la elaboración de la Constitución española de 1812. Como diputado de las Cortes de Cádiz fue el principal artífice del fin de la Inquisición española y uno de los máximos defensores de la libertad de imprenta.

Trayectoria académica
Era hijo de Diego Antonio Muñoz-Torrero, boticario y maestro de latín, con quién estudió hasta su ingreso en la Universidad de Salamanca, a los 11 años, para estudiar allí Teología y Filosofía. Se ordenó sacerdote y fue nombrado en 1784 catedrático de Filosofía en la Universidad de Salamanca, formando parte desde entonces de un grupo de profesores y alumnos que emprendió una importante renovación de la enseñanza. En 1787 fue nombrado por unanimidad rector de la Universidad de Salamanca.

Durante su ejercicio como rector, llevó a cabo varias medidas: la conservación de la colección de Yerbas existente en la Universidad; incrementó los fondos existentes en la Biblioteca Universitaria, solventó los conflictos existentes entre las Facultades de Medicina y Artes por un lado y las de Teología y Jurisprudencia por otro, así como la creación del Colegio de Filosofía. También se preocupó por la reforma de los métodos de enseñanza y por el cambio de planes de estudio, prácticas académicas y libros de textos.

Trayectoria política
Trasladado a Madrid para opositar a una capellanía, José Álvarez de Toledo, XI marqués de Villafranca del Bierzo, se fijó en él para concederle una canonjía, como patrono que era de la colegiata de Santa María de Villafranca del Bierzo. A partir de este momento las noticias sobre la vida de Muñoz-Torrero son mayores. Permaneció como canónigo en Villafranca del Bierzo hasta su traslado a la Isla de León a finales del verano de 1810, como diputado ya por la provincia de Extremadura.

Diputado a Cortes
Tras el alzamiento nacional contra José Bonaparte en 1808 es nombrado miembro de la Junta Suprema de Extremadura y enviado posteriormente a Cádiz como diputado a las Cortes Generales por su región, en la legislatura 1810-1813.

Su elección, el 23 de julio de 1810, se realizó en una sesión en la que hubo diversas irregularidades. Fue puesta en tela de juicio y recurrida ante la junta electoral por varios personajes.

El 24 de septiembre de 1810, en la jornada inaugural de las Cortes, es el primer diputado en intervenir haciendo varias proposiciones revolucionarias de tipo liberal:

La soberanía de la nación reside en el pueblo,
Separación de poderes,
Abolición de la Inquisición en España,
Libertad de prensa,
Inviolabilidad de los diputados.

Y consiguiendo la aprobación de dos decretos fundamentales:

Sobre la libertad de imprenta, en contra de la postura del inquisidor Riesco, con opiniones tales como que la censura previa es el último asidero de la tiranía.

Sobre la soberanía nacional: junto con Manuel Luján, también diputado por Extremadura, Muñoz Torrero presentó un texto de once puntos que recogía detenidamente la iniciativa: la legitimidad de los diputados como representantes de la nación, de sus Cortes, el reconocimiento de Fernando VII como rey, la nulidad de la cesión de la corona en favor de Napoleón, la división de poderes, la inviolabilidad de los diputados y el juramento de la regencia de todas estas declaraciones.

El 2 de marzo de 1811, por 78 votos, fue nombrado presidente de la comisión redactora de la Constitución, junto con Agustín Argüelles y Evaristo Pérez de Castro, y fue una de las figuras más destacadas en la redacción de esta primera Constitución liberal que tuvo España, aprobada el 19 de marzo de 1812 y llamada por ello "La Pepa".

Como anécdota, la bandera de las Cortes, de tafetán con dos fajas rojas y una amarilla intermedia, todas de igual anchura, fue regalo de Muñoz-Torrero, bandera que más tarde fue utilizada por la Milicia Nacional a partir de 1820.

Restauración absolutista
A principios de 1814, tras la batalla de Arapiles y el abandono de José I, Fernando VII firma con Napoleón el tratado de Valençay el 11 de noviembre de 1813, consiguiendo la corona a la que había renunciado en Bayona a cambio de la neutralidad española en las guerras de Francia.

A su regreso, en marzo de 1814, y pese a que en el tratado se comprometía al perdón de los afrancesados, en lugar de prestar juramento a la Constitución, Fernando da un golpe de estado con ayuda del General Elío, disuelve las Cortes el 10 de mayo y declara nulas todas las disposiciones tomadas por ellas, persiguiendo y encarcelando a los que participaron en ellas. Por liberal, Muñoz-Torrero fue detenido, y por su condición de sacerdote fue encerrado en el monasterio de San Francisco en Padrón (La Coruña), donde permaneció seis años.

Trienio Liberal
En 1820, el general Riego encabeza una sublevación de las tropas reclutadas para ir a América, que, aunque inicialmente fracasa, obliga al rey a jurar la Constitución, dando comienzo al trienio liberal.

Muñoz-Torrero es elegido de nuevo diputado por Extremadura, y las Cortes le nombran Presidente de su Diputación permanente, puesto desde el que consigue suprimir la Inquisición de forma definitiva. El Gobierno le nombra obispo de Guadix (pues seguía vigente el derecho de presentación de obispos), pero el Papa no refrenda dicho nombramiento, aparentemente por los informes del ex-inquisidor granadino Verdejo, que era canónigo de Guadix y absolutista acérrimo.

Persecución y muerte
En 1823, los Cien Mil Hijos de San Luis enviados por la Santa Alianza devuelven a Fernando VII sus prerrogativas absolutistas el 1 de octubre, dando comienzo a la Década Ominosa. Muñoz-Torrero huye a Portugal, donde también es perseguido por sus ideas liberales. Hecho prisionero, es encerrado en la Torre de San Julián de la Barra y torturado, permaneciendo hasta su muerte, ocurrida el 16 de marzo de 1829.

Su cuerpo fue trasladado a Madrid, al Panteón de Hombres Ilustres y colocado en el mausoleo conjunto, una cripta construida en 1857 bajo una estatua que representa la Libertad, y donde se encuentran los cuerpos de Agustín de Argüelles, José María Calatrava, Juan Álvarez Mendizábal, Diego Muñoz-Torrero, Francisco Martínez de la Rosa y Salustiano Olózaga.

Calle de Floridablanca


Calle de Floridablanca

La calle de Floridablanca se encuentra entre la carrera de San Jerónimo y la calle de Jovellanos.

Es una calle relativamente moderna pues se abrió en 1848 entre el convento del Espíritu Santo (derribado para construir en su solar el Congreso de los Diputados) y la casa del duque de Híjar. En la actualidad el transito por esta calle se reduce al servicios del Congreso de los Diputados ya que se ha embebido en el conjunto, entre el Palacio y la nueva edificación del congreso. 

Recibió el actual nombre en recuerdo de José Moñino y Redondo (1730-1808), conde de Floridablanca y ministro de Carlos III.
José Moñino y Redondo, I conde de Floridablanca (Murcia, 21 de octubre de 1728 - Sevilla, 30 de diciembre de 1808), fue un político español que ejerció el cargo de Secretario de Estado entre 1777 y 1792 y presidió la Junta Suprema Central creada en 1808.

sábado, 7 de marzo de 2015

Calle de Gonzalo Jiménez de Quesada

Calle de Gonzalo Jiménez de Quesada

La calle de Gonzalo Jiménez de Quesada se encuentra entre la Gran Vía y la calle del Desengaño.

Está dedicada a Gonzalo Jiménez de Quesada (1496-1579), descubridor y conquistador de Colombia y fundador de  Bogotá.

Quesada y sus hombres fueron los primeros europeos que comieron la patata, un tubérculo para ellos desconocido y que vieron como lo comían los chibchas.
Gonzalo Jiménez de Quesada y Rivera (Córdoba, España, 1509 – Mariquita, Tolima, Imperio Español, 16 de febrero de 1579) fue un explorador y conquistador español del territorio colombiano entre 1536 y 1572. Comandó la expedición de la conquista de la Nueva Granada (actual Colombia) y fundó entre otras la ciudad de Bogotá, la actual capital de Colombia, en 1538. La última expedición la realizó entre 1569 y 1572 en busca de El Dorado, la cual culminó en forma desastrosa.

Calle del Desengaño

Calle del Desengaño

La calle del Desengaño se encuentra entre la calle de Valverde y la calle de Concepción Arenal.

Es una calle muy antigua. Prueba de ello es su presencia en el plano de Texeira.

Llamada en su origen Desengaño, el establecimiento en ella del convento de san Basilio en el siglo XVII hizo que se llamara popularmente San Basilio o de los Basilios. Tras su exclaustración perduró algún tiempo la iglesia, cuyos escombros se destinaron a la construcción del Teatro Lope de Vega y de un molino de chocolate. También ocurrió en ella el suceso de la muerte del comandante Baseti en un atentado contra el coche del General Narváez.

Este curioso nombre está relacionado con una aventura nocturna del Caballero de Gracia. Según la tradición andaba el citado caballero rondando a una dama que vivía en esta zona y se encontró con el príncipe Vespasiano de Gonzaga, su rival. Ya se disponían a luchar por celos cuando cruzó una sombra cubierta con un velo y seguida por un zorro. Los hombres suspendieron el desafío momentáneamente y decidieron seguir la sombra hasta que ésta se paró junto a una tapia. Cual no sería el asombro de los dos al comprobar que era una momia bien conservada. La frase ¡qué desengaño! pronunciada por ellos dio origen al nombre de la calle.

Travesía del Horno de la Mata

Travesía del Horno de la Mata

La Travesía del Horno de la Mata, pequeña callecita de mucha antigüedad que une las vías de Concepción Arenal y Mesonero Romanos, lleva este nombre por haber sobrevivido a la calle del Horno de la Mata, de la que era bocacalle. Antes de heredar este nombre (en 1863) se la conocía con la bonita denominación de calle del Viento, que era un nombre repetido en el callejero madrileño.

La desaparecida calle del Horno de la Mata unía Jacometrezo con Luna y se la conocía así por la importante tahona que acogía propiedad de un tal Juan Mateo de la Mata, según unas versiones, o de la parroquia de San Martín, según otras. En esta segunda versión, la historia sitúa el horno (sic) junto a una mata de flores. La calle desapareció con el nacimiento de la Gran Vía, y su trazado coincide con la actual calle de Concepción Arenal.

En la calle hubo otra tahona de importancia, pero en el universo literario de Baroja. Allí sitúa el escritor la tahona donde Manuel, protagonista de La Busca, entra a trabajar a las órdenes de Karl, hornero alemán, alcohólico y sentimental.

Calle de Concepción Arenal

Calle de Concepción Arenal

La calle de Concepción Arenal se encuentra entre la Gran Vía y la calle del Desengaño.

La calle está dedicada a la escritora y socióloga Concepción Arenal, nacida en 1820 en Ferrol (A Coruña).
Concepción Arenal Ponte (Ferrol, 31 de enero de 1820 - Vigo, 4 de febrero de 1893) fue una importante escritora española realista vinculada al pionero movimiento feminista de finales del siglo XIX.

Calle de Miguel Moya

Calle de Miguel Moya

Entre la Gran Vía y la calle de Tudescos se encuentra la calle de Miguel Moya, dedicada a Miguel Moya Ojanguren, periodista de extensa carrera y diputado republicano. Fue uno de los impulsores de la Asociación de la Prensa de Madrid.

Hasta los años veinte la calle llevó el nombre de calle de la Hita, que antes de la construcción de la Gran Vía comenzaba en la calle de Jacometrezo. La tradición dice que en aquellos terrenos estuvo la quinta de Juan de Hita Buitrago, jefe de la Santa Hermandad de Madrid, en tiempos de los Reyes Católicos.

Después hay noticia de casas en la calle desde mitad del XVIII, aunque su fisionomía cambió radicalmente con la irrupción del segundo tramo de la Gran Vía, no conservándose los edificios anteriores.

La minúscula calle conjuga en poquísimos metros distintas vistas características del Madrid de la Gran Vía. A un lado la plaza de Callao, con los enormes pantallas publicitarias que estos días luce el Cine Callao; al otro lado la característica tipografía del Capitol, a giro izquierdo del cuello; y la planicie de cemento de la Plaza de la Luna a derechas. Sin embargo, pese a tan ilustres vistas la de Miguel Moya es una de esas callecitas adyacentes del “Gran Madrid” de aspecto desatendido.

Calle del Marqués de Leganés

Calle del Marqués de Leganés

La calle del Marqués de Leganés está entre la calle de los Libreros y la calle de San Bernardo.

Se llamó primero calle de la Cueva. Según la tradición, el nombre lo debía a una cueva que pertenecía a la Justa. Puede ser que la cueva fuera confundida con el pozo que pertenecía a una mujer llamada Justa.

Otra versión cuenta que debajo del jardín de Alonso de Peralta había una mina, donde se oían gritos lastimosos por las noches, hasta el punto de infundir miedo a los que se acercaban allí. Como se supusieron que eran los lamentos de algún alma en pena, se mandaron decir unas misas en el cercano convento de San Bernardo. Entonces doña Munia Ximénez, que acababa de fallecer, se apareció a uno de los frailes y le reveló que era su hija pequeña la que estaba en el fondo de la mina. La niña era hija a su vez de don Gonzalo de Pico, Comendador de la Orden de Alcántara, quien había sido asesinado unos meses atrás, cerca del portillo de Santo Domingo y de quien se decía que tenía oculto un tesoro en la mina. Por este motivo, un pariente suyo bajó en secreto a buscar el citado tesoro acompañado de la hija del comendador, que sabía el paradero del mismo, pero a la salida se hundió parte de la mina y sepultó a la niña. Gracias a las revelaciones de ultratumba de su madre se pudo encontrar su cadáver, siendo enterrada junto a sus padres.

En 1894 recibió el nombre de Marqués de Leganés, por el cercano palacio de Altamira, propiedad del marqués de Leganés y conde de Altamira.

Calle de los Libreros

Calle de los Libreros

La calle de los Libreros es una calle que transcurre entre la calle de la Estrella y la Gran Vía, haciendo esquina con las calles de la Flor Alta y Marqués de Leganés.

Anteriormente recibió los nombres de la Justa y del Pozo, por el pozo que tenía aquí una mujer llamada Justa, del cual, según la tradición, salieron dos basiliscos que mataron a una joven con su mirada.

En 1893 cambió su denominación por el de Ceres, diosa romana de la agricultura.

A finales del siglo XIX y principios del XX la calle tuvo cierta fama por el número de prostitutas que la frecuentaban.

La calle desapareció en parte con la construcción de la Gran Vía y la nueva vía que sustituyó parcialmente su trazado recibió -por sugerencia de Pío Baroja- el nombre de Libreros, por la gran cantidad de librerías dedicadas a la compraventa de libros usados, cuyos propietarios son descendientes, la mayoría, de Doña Pepita, inventora de este negocio a finales del siglo XIX.

Calle de la Flor Alta

Calle de la Flor Alta

La calle de la Flor Alta está entre la Gran Vía y la calle de Libreros.

En sus tiempos, toda esta zona era propiedad de don García Barrionuevo de Peralta. En una parte elevada había unos jardines de flores altas al que se accedía desde el jardín de las flores bajas a través de una hermosa escalinata. Cuando desaparecieron los jardines y se construyeron las calles les quedó los nombres de Flor Alta y Flor Baja.

Un grupo familiar de características singulares, chocantes, incluso sorprendentes para lo que era usual en el Siglo de Oro español, lo constituyeron los Barrionuevo de Peralta, individuos que aunque madrileños de nacimiento y residencia, en muy largas temporadas habitaron el lugar de Fuentes de la Alcarria, del que tenían el señorío jurisdiccional, y allí dejaron memoria clara de su existencia, aunque por los avatares desgraciados de la historia, hasta esa memoria ha quedado borrada en su aspecto material, y sólo lo que uno que ande metido en esto de bucear en la historia y en las antañonas crónicas de nuestros pueblos obtenga de viejos papeles es lo que nos servirá hoy para rememorar a tan curiosa serie de personajes.

Calle de García Molinas

Calle de García Molinas

La calle de García Molinas se encuentra situada entre la Gran Vía y la calle de Ricardo León.

Su nombre tiene su origen en el médico y político, Manuel García Molinas quien fue teniente alcalde de Madrid así como diputado destacando sus trabajos sobre beneficencia pública. La calle es de cortas dimensiones y de una única manzana.

Al ser Puerto Rico un país todavía dependiente del imperio Español, diputado por el distrito de San Juan Bautista de éste país. También fue miembro del Congreso de los Diputados de España durante la última legislatura del período conocido como Restauración borbónica en España, desde el 8 de mayo de 1923 hasta el 15 de septiembre de 1923.

También fue primer Presidente de la Real Federación Española de Fútbol.

Calle de Ricardo León

Calle de Ricardo León


La calle de Ricardo León va de la calle del General Mitre a la plaza de los Mostenses.

La calle está dedicada a Ricardo León y Román, escritor y académico de la Real Academia de la Lengua.
Ricardo León y Román (Barcelona, 15 de octubre de 1877 - Galapagar, 6 de diciembre de 1943) fue un novelista y poeta español. Son importantes novelas de este autor El amor de los amores, escrito en 1907, ganadora del Premio Fastenrath de la Real Academia Española; Casta de hidalgos, de 1908; Alcalá de los Zegríes de 1909; La escuela de los sofistas, de 1910; Humos de rey, de 1923; y Cristo en los infiernos, de 1941. También destacan sus crónicas Europa trágica, además de dos libros de poesía lírica: Lira de bronce, de 1901 y Alivio de caminantes, de 1911. Fue elegido miembro de la Real Academia de la Lengua en 1912 y entró a formar parte de ella en 1915, ocupando el sillón B.

Calle del General Mitre

Calle del General Mitre


La calle del General Mitre se encuentra entre la Gran Vía y la plaza de los Mostenses, haciendo esquina en su recorrido con la calle de Ricardo León.

Está dedicada al argentino Bartolomé Mitre (1821-1906), general, presidente de Argentina y periodista de La Nación.
Bartolomé Mitre, el gran historiador, polémico político e impulsor de la organización nacional, nació en Buenos Aires el 26 de junio de 1821. Era hijo de Don Ambrosio Mitre y Doña Josefa Martínez Whetherton. El matrimonio se estableció en Carmen de Patagones y allí nacerían los hermanos de Bartolomé, Emilio y Federico. Sus primeros estudios los realizó entre Buenos Aires y Carmen de Patagones.

Calle de Felipe V

Calle de Felipe V

La calle de Felipe V va de la calle de Arrieta a la Plaza de Oriente.

Está dedicada al rey Felipe V de España, llamado «el Animoso» (Versalles, 19 de diciembre de 1683-Madrid, 9 de julio de 1746), fue rey de España desde el 16 de noviembre de 1700 hasta su muerte en 1746, con una breve interrupción (comprendida entre el 16 de enero y el 5 de septiembre de 1724) por causa de la abdicación en su hijo Luis I, prematuramente fallecido el 31 de agosto de 1724.

Fue el sucesor del último monarca de la casa de Austria, su tío-abuelo Carlos II, por lo que se convirtió en el primer rey de la casa de Borbón en España. Su reinado de 45 años y 3 días (como ya se ha señalado, en dos periodos separados) es el más prolongado en la historia de este país.